domingo, 10 de agosto de 2014

INTIMIDAD por Rosaura Barahona


Ignoro cómo sean las parejas originales de otras religiones, pero dentro de la cristiana, Adán y Eva, creados en el Edén, no conocían la vergüenza; no tenían pudor, pero su inocencia no les permitía ser impúdicos.

Luego probaron el fruto del árbol prohibido, conocieron la vergüenza, y el pudor los obligó a cubrirse las partes anatómicas que distinguían a uno de la otra.

Desde entonces, los seres humanos hemos tenido pudor y vergüenza, aunque ambos conceptos han evolucionado con el tiempo y con las culturas, de modo que algo impúdico en una cultura es natural en otras.

A un estudiante de intercambio de prepa le tocó ir a Suecia, a la casa de una familia que le explicó lo esencial para iniciar su convivencia; eso incluía el baño sauna. Lo llevaron al de ellos, le enseñaron cómo funcionaba y lo invitaron a usarlo.

El chico sucumbió a la novedad. Ya estaba desnudo y sentado, cuando llega la señora de la casa, también desnuda, y se sienta junto a él. Luego llegó el papá desnudo y se sienta al lado. Al rato fue la hija y todos se pusieron a platicar en una charla insólita para nuestro joven, pero natural para todos los demás.

No se atrevió a levantarse y esperó a que todos se fueran. Casi se deshidrata. Nos dijo que la vergüenza fue mucho más fuerte que la razón. Mentalmente tenía una explicación racional, pero el pudor no le permitió "exhibirse" delante de ellos, de pie y desnudo.

El pudor es el recato asociado a la vergüenza y a la intimidad. Quien tiene pudor, protege su intimidad y quien no lo tiene, carece de vergüenza.

La intimidad es todo lo que concierne a los asuntos o sentimientos de la vida privada de una persona. Y aquí privada se opone a pública.

Pero hoy es difícil comprender la diferencia entre lo uno y lo otro. Por un lado, las artistas o personajes públicos exigen respeto a su intimidad y, por otro, exponen su cuerpo, sus ideas y sus experiencias íntimas, con tal de ganarse los reflectores.

Sí, los conceptos se transforman con el tiempo pero, a veces, no es fácil entender su rápida evolución, como sucede hoy con las redes sociales y, en particular, con Facebook.

Con los teléfonos actuales casi mágicos, la gente se toma fotos todo el tiempo y las sube para "compartirlas" con sus amigos y con muchos que no lo son, pero las ven. Digamos que hasta ahí, se acepta el acto de vanidad.

Lo que nos extraña a algunos es que, de repente, se ponga de moda retratarse en pareja después del orgasmo y subir la foto para... ¿para qué, me pregunto yo? ¿Para que quienes no los conocemos o conocemos, pero no nos importa, veamos su expresión de post orgasmo? ¿Será su manera de enriquecer a la Humanidad?

¿Será una forma de avisar que ella no es frígida y él no es impotente? ¿O será para comunicar lo reventados que son? ¿Iremos a ver pronto el rostro de un él o una ella al momento de perder la virginidad? Porque, bueno, eso es esencial para la cultura universal, ¿no?

Una amiga me contó que la mamá de su vecina estaba grave y un día vio señales inequívocas de que había muerto; entró a su casa y abrió el Facebook. Ahí, frente a ella, encontró la foto de la viejita debajo de un mensaje: "La primera foto de mi mamá muerta, quien acaba de volver a los brazos de Dios".

¿Cómo alguien puede pensar más en Facebook que en su propio dolor? No lo entiendo, pero menos entiendo que quieran exhibir un cadáver todavía tibio para que los demás vean ¿qué? No lo sé ni lo sabré jamás, porque mi sentido de intimidad y de respeto son muy fuertes... ¿o quizá deba decir obsoletos?

El tema da para mucho, pero quienes usamos las redes sociales deberíamos tener claro por qué y para qué las usamos y distinguir con mucha claridad lo público de lo privado. De otro modo este recurso, potencialmente muy valioso, se convertirá en una cloaca o en un basurero infinito lleno de porquería y banalidades.

Si una persona o una mayoría necesita compartir todo lo que le sucede, íntimo o superficial, como si fuera esencial para los demás, algo está mal.

rosaurabster@gmail.com

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