¿Quién hizo de la felicidad algo inalcanzable...?
¿Quién nos confundió creyendo que solo estaba hecha para unos cuantos...?
¿ Quién hizo de la felicidad un producto que no se oferta a pesar de tanta demanda...?
La felicidad se escondió tras el materialismo, la banalidad, la pobreza espiritual, la ambición desmedida, el egoísmo, la pérdida de la fe en una religión, en la humanidad, en la vida misma.
Sigo creyendo que la felicidad existe y más allá de encontrarse en un objeto material, escondida en una tienda, en una cuenta bancaria, o en la búsqueda de un buen envase físico que no lleva dentro un contenido valioso, la felicidad está en el reencuentro del hombre con el hombre, con Dios, consigo mismo, con la paz, con valorar todo aquello que lo rodea y en el deseo de perpetuarlo para las generaciones futuras.
En restaurar lo dañado, en recuperar la confianza, en compartir el mundo con justicia, con equidad, donde el esfuerzo personal tenga un valor real y repercuta en un bien social.
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