domingo, 19 de abril de 2015

PLAGIO IMPRUDENCIAL por María del Carmen Maqueo



El uso de Internet ha generado lo que los especialistas llaman "Aldea Global", fenómeno caracterizado por la disolución de fronteras de todo orden, para venir a constituir un gran grupo de humanos que se comunican unos con otros de manera continua.

Las nuevas generaciones nacen con el "chip" integrado y con el "gadget" en una mano (me disculpo por los anglicismos tan necesarios en este caso), en tanto los mayores de cuarenta hemos tenido que experimentar un proceso paulatino de apropiación de los variados recursos que ofrece la tecnología de la información y comunicación (TIC).

Me miro en el espejo de mis memorias y me descubro quince años atrás emocionada reenviando correos electrónicos con presentaciones audiovisuales de enorme creatividad. Ahora son poco menos que piezas de historia cibernética, cuando las redes sociales han venido a consolidar ese canal más directo y personalizado de comunicación en la red.

Como sucedía entonces, y como sucede ahora, reenviamos. compartimos o "retuiteamos" material de diversos autores. Para las instituciones oficiales de defensa de la propiedad intelectual la red se ha convertido en un gran problema sin visos de solución efectiva, y de alguna manera todos somos partícipes del problema, los menos de manera intencional y con fines comerciales, en tanto la mayoría lo hacemos de modo imprudencial. En cualquiera de los dos casos violentando los derechos de sus auténticos creadores.

En ocasiones, sobre todo en Facebook, llega algún texto que yo comparto más delante. Muchas de las veces se trata de un texto que tuvo un autor original, pero que en su viaje por la red se convierte en anónimo, porque alguien no tuvo la precaución de seguir incluyendo el nombre de su autor. Y tal vez me llega y lo comparto más delante, y si es muy bueno, comienzan a llegarme comentarios positivos para ese texto que suponen mío aunque en realidad no lo es, y así se desvirtúan las cosas con el tiempo.

Un ejercicio muy interesante que les quiero proponer: Me  llega un texto que me manda José, me gusta y quiero compartirlo. No viene firmado ni por José ni por alguien más, así que le pregunto en un mensaje a José si él es el autor; en caso negativo "googleo" las primeras líneas del texto, y me aparecerán varios sitios, páginas o blogs donde ese texto ha sido publicado, y me voy al más antiguo, que suele ser donde aparece el autor original. Ahora sí puedo reproducirlo haciendo justicia a su creador original.

En mi caso personal, en lo que corresponde a este blog, trato de entrar en contacto con quien supongo el autor original solicitando autorización para publicarlo. Cuando son textos que tienen mucho tiempo circulando y que no es posible rastrear, incluyo la URL de dónde lo tomé. Ha habido infinidad de entradas muy valiosas que he dejado sin publicar, porque solicité autorización a sus autores originales y no respondieron, y habrá que entender  su silencio.

Navegar y publicar en la red es una experiencia divertida y enriquecedora. Hacerlo  con responsabilidad y respeto, redunda en beneficio para  toda la Aldea Global.



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