domingo, 3 de mayo de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

LA MADRE DEL AñO
El uso de las redes sociales nos permite un ejercicio de intromisión dentro de las vidas de otras personas, unas veces al filo del voyeurismo, y otras tantas de corte muy sano, ya sean  las tradicionales noticias de los famosos, mediante las cuales nos enteramos  qué comen o de qué color son los calcetines que usan, hasta situaciones cotidianas de individuos ordinarios que al publicarse provocan en nosotros  diversas reacciones, desde la diversión jocosa hasta la reflexión profunda.
Los eventos de esta semana ocurridos en la ciudad de Baltimore, Maryland, en los Estados Unidos, dan cuenta de que hay cuestiones raciales que el tiempo no ha logrado apagar, y que como brasas latentes comienzan a arder al menor vientecillo.   Un joven afroamericano es capturado bajo cargos de posesión de arma blanca, esposado de muñecas y tobillos y colocado en la cabina de un vehículo de la policía, dentro de la cual de alguna forma se rueda y se lesiona la espina dorsal; él se queja y solicita ayuda, pero no es atendido, llegando inconsciente a la estación de policía. De ahí es llevado al hospital donde fallece una semana después.   La fiscal especializada Marilyn Mosby alega que, para empezar nunca hubo una causa justificada para el arresto de este joven, lo que agrava la situación de los seis elementos policíacos  actualmente sujetos a proceso por su muerte.
Volviendo al uso de redes sociales, y con relación al caso Baltimore se ha vuelto viral el video que muestra a una madre de familia de nombre Toya Graham, quien se entera de que su hijo está participando en una manifestación pública en contra de estos policías, se abre paso hasta donde él está, lo disciplina enérgicamente, le ordena que se quite el pasamontañas, y se lo lleva a casa.  Se trata de una madre soltera de cuatro hijas y este varón, ella  expresa a los medios que le toca disciplinar a su hijo, y punto.  Los comentaristas de cierto programa televisivo la nombran como la madre del año y   lanzan al aire la consigna: “Que vengan las mamás”,  pues verdaderamente  mueve a la reflexión la valentía de esta mujer que no está dispuesta a que su hijo se involucre en ningún tipo de conducta delictiva.   Más de estas madres quisiéramos frente a los jóvenes que se proponen quebrantar la ley, o  gozar privilegios que no se han ganado a pulso, mediante un falso sentido de dominio,  que involucra el sometimiento por la vía de  la fuerza bruta.
Más de estas madres auténticas a las que no frenan los formulismos sociales para hacer valer su jerarquía frente al hijo, una madre con todos sus órganos bien puestos a la que no le tiembla la mano a la hora de disciplinar.  Aclaro, no es que yo esté  a favor de los golpes a los hijos, si ustedes ven el video entenderán que en ningún momento lo lastima físicamente, lo que ella hace es imponerse sobre la voluntad del hijo de modo firme e incuestionable, gesto que yo como madre aplaudo de pie.
Ahora que acaba de pasar el Día del Niño, fecha que de alguna manera  nos lleva a ponernos nostálgicos recordando nuestra propia infancia,  habremos evocado escenas de cuando éramos pequeños, la mayoría con toda seguridad  en ambientes controlados por los adultos quienes marcaban los límites de todo, y no por ello dejábamos de divertirnos.  Era el sistema, nos adaptábamos y aquellas condiciones estimulaban en mucho nuestra creatividad.
De alguna manera los regímenes educativos actuales son laxos, permisivos, y no favorecen que el chico pueda contar con un marco disciplinario que le indique qué sí y qué no se hace en esta vida.  Esa actitud blandengue de los mayores condiciona, lógico, el desarrollo en el niño  del pequeño tirano que termina quizás dando órdenes a los mayores, si no de manera tácita, sí de un modo velado, marcando de mil formas qué ha de hacerse, cuando él no tiene por razón de su edad la madurez para determinarlo.
Si el chico no quiere obedecer que no obedezca, y si el chico quiere gritarnos que lo haga, y si suelta un manotazo, total…Justo aquí es donde empiezan los grandes problemas sociales generados por individuos acostumbrados a salirse siempre con la suya, que quieren las cosas a la primera, por el camino fácil, y como ellos lo decidan.  En gran medida los padres somos responsables de esas conductas delictivas que se gestan en casa y luego se llevan  allá afuera, y que siempre atribuimos de una forma bastante irresponsable a “las malas compañías”, pretendiendo exculpar, tanto al hijo como a nosotros los padres.
Necesitamos más madres como Toya Graham.  Ahí, en la firmeza disciplinaria en casa está el cambio que tanto nos urge como sociedad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario