domingo, 11 de octubre de 2015

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Se me está ocurriendo crear un centro de nutrición y un gym para fortalecer el espíritu.

Más allá de la fe que cada quien profese, un centro donde hubiera rutinas de zumba al ritmo de los buenos modales. Un área para fortalecer el optimismo, para fomentar la cortesía.

Me imagino en una sección de cómo ejercitar las relaciones interpersonales, hacer músculo que nos mueva a ser serviciales, íntegros, honestos.

Un gimnasio donde sudemos la gota gorda por adelgazar el egoísmo, la apatía, el pesimismo, y convertirnos en pura fibra, a deshacernos de ese sobrepeso que dan la ambición desmedida y los antivalores.

Sentir que al transpirar nos inspiramos en una fe que nos mueva, que nos haga ser mejores como seres humanos.

Nutrirnos de sentimientos sanos, no chatarra que se nos ofrece en empaques y con sabores tentadores y solo nos va minando nuestra salud espiritual.

Vayamos buscando el equilibrio entre nuestra apariencia y nuestra esencia, vayamos poniendo el mismo énfasis en mantener nuestro espíritu y nuestro cuerpo.

Que se difunda y se haga moda adelgazar la mezquindad, que se propaguen las diferentes dietas donde abunden los sentimientos más puros "orgánicos" diremos, libres de las toxinas y de la miserable condición en que la banalidad va convirtiéndonos.

Seamos vigilantes de nuestro cuerpo, de nuestra mente, y no olvidemos que lo que nos hace diferentes a otras especies, es precisamente esa parte que dejamos muchas veces en el último sitio de nuestras prioridades, nuestro espíritu.

Fortalecer nuestro espíritu, alimentar el alma, no requiere de costosas instalaciones ni de exóticas dietas pero sí de una profunda reflexión sobre nuestra razón de existir y el reconocer como éxito el vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás , con total congruencia entre nuestro pensamiento y nuestras acciones.

"Mi espíritu me hará volar cuando caminar no pueda".

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