domingo, 29 de noviembre de 2015

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Encarar la vida frente a frente no es nada fácil, no cuanto estamos a merced de aquello que nos hace sufrir, una rebelión interna se hace patente en muchas ocasiones y si nos rebasa el dolor nos refugiamos en ese estado en que a uno se le perdona todo, la depresión.
Nos fugamos y caemos en una letargia que nos impide ver más allá de nuestro sufrimiento, Maniatados, marchitos, por lo mucho o a veces por algo que ni siquiera podemos saber a ciencia cierta que fue, perdemos la habilidad de percibir las gratitudes de la vida a través de nuestros sentidos, lo único que somos capaces de asimilar es el dolor, la tristeza, la amargura, como si tuviéramos un canal directo que nos lo transmite a cada instante. 

En otras ocasiones, cuando no nos sentimos facultados para manejar nuestra adversa realidad, creamos otra, y vivimos en esta alucinación permanente en donde lo que sucede es menos dañino, lo graduamos a la medida de nuestras necesidades, para sentirnos entonces sí, aptos para resolverlo, para aceptarlo sin que nos duela o por lo menos que nos provoque el dolor con el cual podemos lidiar, creamos una atmósfera donde vivir nuestra realidad no implique tanto sufrimiento.
 
Nuestra magia nos envuelve temporalmente y nos protege, sin embargo nos impide desarrollar estrategias para resolver los conflictos, tan solo los encubre, dejándonos a merced de algo o alguien que nos regrese, que nos sacuda y de nuevo nos coloque frente a frente con la verdad, habremos entonces perdido tiempo y quizá incluso seamos aún menos capaces de soportarla, el regreso, a menos que nos salve la locura, es inevitable. 

No vale la pena huír, no hay escape, lo que sí es sumamente valioso es la fe, la actitud positiva, la voluntad, la esperanza, la decisión de seguir luchando con la certeza de que siempre habrá un mejor mañana o un mañana que se puede mejorar.

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