domingo, 6 de marzo de 2016

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Esta vez Don Jorge me reprobaría por "rollera". ¡Pero conste que me esfuerzo en ser concisa!
EL GRAN TRISÍLABO
Las filas en los bancos, un mal cada vez menos necesario porque a la fecha ya hay diversos modos de acceder a la banca sin tener que hacerlas.
   A temprana hora esta mañana  había si acaso cinco clientes  en la fila común, y al llegar a uno de ellos el turno de aproximarse a la ventanilla, la empleada le pide que se quite la cachucha que lleva puesta. Su reacción no se hizo esperar, se quitó la cachucha de muy mal gana, primero respondiendo a la empleada con enojo, cuestionando la indicación, para en seguida apelar a la simpatía de nosotros,  los de la fila, con algo así como “¿qué acaso nadie más por aquí trae cachucha?”,  para su mala suerte nadie más traía cubierta la cabeza. La empleada, seguramente acostumbrada a  estas exasperaciones clientelares, se limitó a indicar que eran disposiciones de la institución, señalando el gráfico que así lo señala.  El hombre llevó a cabo su transacción y se retiró espetando dos o tres frases de enojo, y todavía a la salida intentó azotar la puerta de cristal, cuyo mecanismo amortiguador frustró sus iracundos propósitos.
   Yo ocupaba mi tiempo de espera en jugar con las letras que forman el nombre del banco tratando de encontrar palabras de al menos  tres sílabas, vi interrumpido mi juego mental, cuando llevaba un par de trisílabos y catorce disílabos.  Lo ocurrido me llevó a reflexionar cuánto sufrimos  cuando personalizamos las cosas, como si el mundo estuviera siguiéndonos con lupa para  atacarnos de manera directa, pero sobre todo, cuánto enojo podríamos ahorrarnos si viéramos las cosas como son, suceden porque sí, no porque el planeta detenga su marcha para venir precisamente a fastidiarnos.
   Si medimos lo que somos  en el contexto de  las inacabables arenas de la historia, entenderemos que el Cosmos no tiene tiempo para esas minucias, cuando está tan ocupado en  cosas más importantes. Y como el caso de los trisílabos y disílabos en la Gramática de la vida, actuamos como el gran trisílabo, cuando somos tan sólo  modestos disílabos que hacemos fila en el banco porque no gozamos de   mayores privilegios. Además la vida no se anda ocupando de desgraciarle la vida a un disílabo habiendo tantos, como tampoco lo hace para fastidiarle la mañana a un individuo que entra con cachucha al banco, cuando claramente está prohibido hacerlo. ¡Y todavía se enoja porque le piden cumplir con las reglas!...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario