domingo, 10 de julio de 2016

VERSOS ROJOS por María del Carmen Maqueo Garza

De rojo se pinta mi país, de rojo. 
Ya nada es sólo blanco, ya nada es sólo verde.
El rojo salpica  las vidas, las conciencias,
los selectos círculos sociales.
Tiñe bolsillos, carteras,
el traje nuevo del incorruptible
que se postra de hinojos en el templo.
Rojos son los cuentos infantiles, las canciones de cuna;
rojas las calles, rojos los parques.
Rojo cada estruendo, cada sobresalto,
a partir  de la hora cuando nos volvimos
rehenes de nuestros propios miedos.
Rojo el color del dinero fácil
que todo compra, el que mancha
las manos más pulcras.  
De la cámara que atrapa verdades
se torna  el lente rojo
                                               antes de estrellarse en mil pedazos. 
Rojo el color de la tinta  del poeta
que se niega a apagar su voz
mientras augura: “larga vida a la esperanza”.

 Quiero dormir, el rojo penetra hasta mis sueños
más íntimos. En una noche de verano
lo transpiran mis poros, mancha la  almohada.
El rojo se halla suspendido en el aire
que todos respiramos.  Nace el niño, llora,
lo primero que entra a su ser, una gran bocanada
de rojo absoluto, ineluctable
para la vida que le toque vivir, sea  larga o corta,
un albur, ya nadie puede predecirlo.

Neruda, tú escribes versos tristes, yo escribo versos rojos,
para afirmar: “Puedo escribir los versos más rojos esta noche”,
y cada mañana, y todas las tardes. Puedo  también llorar
lágrimas rojas, y terminar diciendo:
“…Aunque sea éste el único color que mi país me causa,
y estos los últimos versos que le escribo.”




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