domingo, 7 de agosto de 2016

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo

EL QUÉ Y EL CÓMO
De alguna manera el camino del artista se da en  soledad.  Ya porque éste sea  solitario por naturaleza, ya porque estando en  grupo hay ratos cuando se aleja para tomar perspectiva, inspirarse y finalmente crear.
   Existen  incontables casos en cualesquiera de las artes que dan cuenta de ello.  El artista no tiene que esperar la ocasión extraordinaria para sentirse tocado por la belleza del momento y desarrollar su oficio, sino que parte del hecho cotidiano para llevarlo a trascender.
   No es el qué de lo que percibe, sino el cómo.
   El escritor atrapa historias, digamos, alcanza a capturar al vuelo  una conversación ordinaria que él hallará la forma de convertir en algo más.  Escucha a dos mujeres en cualquier mesa de cualquier restaurante; la joven orienta a la mayor con relación al menú del desayuno, le hace una breve descripción de cada platillo.
   Llegan a los "huevos divorciados".  La vieja pregunta cómo son, la joven comienza a describirlos capa por capa.  El testigo fortuito  alcanza a percibir a la mujer  divertida  con cada detalle que le es narrado, para al final escucharla soltar una sabrosa carcajada y decir: "Entonces pido huevos divorciados".
   El artista somete esta plática común al engranaje de su propia percepción.  Se fascina con descubrir que la raza humana no ha perdido su capacidad de asombro, que sabe engrandecer el momento más simple, y que en cualquier edad puede hallar motivos para divertirse.
   Por este solo pensamiento, considera el escritor, que su día ha valido la pena ser vivido. Se alegra y retoma su camino solitario con una nueva enseñanza en su bitácora de viaje.


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