ARMAS DE FUEGO EN LA ESCUELA
Vivimos en una sociedad que se caracteriza por su
exasperación. El acceso a todo tipo de
comodidades en tiempo y forma ha provocado que tengamos muy baja tolerancia a la frustración.
Hay infinidad de factores condicionantes de este modo de
comportarnos; tal vez porque las generaciones jóvenes han nacido en una época
en que se privilegia la comodidad por encima de todo lo demás. Las familias de clase media tienen pocos
hijos, con miras a darles lo mejor. Aquellos clanes de mediados del siglo pasado,
constituidos por 8 o 10 hijos en los que todo se compartía han
cedido lugar a familias con uno o dos descendientes con un nivel de vida muy
superior al de otros tiempos. La idea
de que la ropa o los útiles escolares se pasen del hermano mayor al siguiente
es cosa del pasado, cada hijo exige lo
suyo propio, pertenencias, espacio y satisfacción de gustos personales.
Lo anterior ha generado patrones de conducta particulares,
que privilegian el confort y como consecuencia derivan en la creación de
individuos poco tolerantes hacia los demás, algo que podemos ver en cualquier
sitio público, cuando se presentan actitudes hasta de desesperación porque las cosas
no salen en tiempo y forma como ellos lo desean. Los ejemplos más sencillos los vemos en los
semáforos, cuando el conductor del segundo vehículo hace sonar el claxon con impaciencia
un segundo después de que la luz ha
cambiado a verde y el primer vehículo no ha comenzado a movilizarse. Como
ejemplos hay muchos que dan cuenta de que esa tendencia a reaccionar de un modo irascible es muy común
en nuestros tiempos.
No quiero imaginar entonces qué va a suceder ahora que ese mismo adulto joven de mecha corta, a todas
luces impulsivo, cuenta en la Unión Americana con permiso para portar armas en los centros escolares. El tener un permiso de portación de arma de
fuego de ninguna manera dota a la persona irascible del don de la
contención. El que actúa de un modo
precipitado va a seguir haciéndolo, y ahora con el arma al alcance, me temo que
con consecuencias más graves que en otros tiempos, cuando la prohibición para portar un arma de fuego de alguna manera limitaba su
uso.
La NRA (National Rifle Association) es uno de los
principales organismos que aportan capital a los partidos políticos y a los
candidatos de su preferencia en tiempos
electorales. De manera legal y
transparente, por supuesto, mediante el mecanismo del “lobbying”, que de alguna
manera obliga a quienes reciben apoyo económico del citado organismo, a
corresponderle, en este caso con modificación de los términos en que los
permisos para el uso de armas de fuego.
O sea, quiérase que no, hay un trasfondo político y finalmente económico
detrás de estos ajustes para la portación de armas de fuego.
La propia Unión Americana lamenta tragedias como la de
Columbine, en las que la violencia dentro de los centros escolares ha costado
lamentables pérdidas humanas. Y como
dicen algunos especialistas al referirse a estos casos que han trascendido a
nivel mundial, los homicidas, a pesar de ser adolescentes consiguieron armas de
fuego de uso controlado, las introdujeron a los centros de enseñanza, y las
utilizaron en contra de compañeros o maestros, sembrando la muerte. La fórmula
funciona de esta manera, se introduce un arma, y ya trayéndola consigo, un
estudiante puede responder con una descarga de balas ante cualquier situación
que antes se enfrentaba con palabras o a
puñetazos, y a partir de ahora contará con el recurso de primera mano de un
arma de fuego y la posibilidad de un enfrentamiento letal.
Hay quien dice que la portará en defensa propia. Un experto en situaciones de emergencia está
entrenado para valorar un escenario y determinar las intenciones de cada
participante, como para distinguir un atacante en potencia, y aún así ha
llegado a haber confusiones a la hora de determinarlo. Luego entonces, una situación de emergencia para
personas que no son expertos en criminalística, puede llevar a un estado de confusión, valorar mal el estado
de cosas, y llegar a utilizar el arma
imprudentemente, ocasionando daños a terceras personas.
De por sí ya estamos viviendo un mundo muy violento. Hay violencia en las calles, muchas veces en
los hogares, en los vecindarios. Hay
violencia en los programas televisivos, hay violencia en los videojuegos. Estos
últimos premian al más rápido en disparar contra aquel objetivo que el
propio juego marca como blanco, y hay estudios científicos que señalan que este
modo de reaccionar del niño sometido a prolongadas sesiones de videojuegos en
el mundo virtual, tiende a reproducirse en la vida real.
Incuestionable es la libertad como valor sagrado para un
país, siempre y cuando se acompañe de la obligación de su gobierno para proveer mecanismos que garanticen la seguridad
de la población en general, en particular los grupos vulnerables. ¿Se está tomando en cuenta esta segunda
premisa en el caso actual, o se está proclamando la libertad sin considerar los casos de excepción?... Ya
pronto lo sabremos, las estadísticas futuras habrán de señalarlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario