domingo, 7 de agosto de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

ARMAS DE FUEGO EN LA ESCUELA
Vivimos en una sociedad que se caracteriza por su exasperación.  El acceso a todo tipo de comodidades en tiempo y forma ha provocado que tengamos  muy baja tolerancia a la frustración.
   Hay infinidad de factores condicionantes de este modo de comportarnos; tal vez porque las generaciones jóvenes han nacido en una época en que se privilegia la comodidad por encima de todo lo demás.  Las familias de clase media tienen pocos hijos, con miras a  darles lo mejor.  Aquellos clanes de mediados del siglo pasado,  constituidos por  8 o 10 hijos en los que todo se compartía han cedido lugar a familias con uno o dos descendientes con un nivel de vida muy superior al de otros tiempos.   La idea de que la ropa o los útiles escolares se pasen del hermano mayor al siguiente es cosa del pasado, cada  hijo exige lo suyo propio, pertenencias, espacio y satisfacción de gustos personales.
   Lo anterior ha generado patrones de conducta particulares, que privilegian el confort y como consecuencia derivan en la creación de individuos poco tolerantes hacia los demás, algo que podemos ver en cualquier sitio público, cuando se presentan actitudes hasta de desesperación porque las cosas no salen en tiempo y forma como ellos lo desean.  Los ejemplos más sencillos los vemos en los semáforos, cuando el conductor del segundo vehículo hace sonar el claxon con impaciencia un segundo después de que la luz  ha cambiado a verde y el primer vehículo no ha comenzado a movilizarse. Como ejemplos hay muchos que dan cuenta de que esa tendencia a  reaccionar de un modo irascible es muy común en nuestros tiempos.
   No quiero imaginar entonces qué va a suceder ahora que  ese mismo adulto joven de mecha corta, a todas luces impulsivo, cuenta en la Unión Americana  con   permiso para  portar armas en los centros escolares.  El tener un permiso de portación de arma de fuego de ninguna manera dota a la persona irascible del don de la contención.  El que actúa de un modo precipitado va a seguir haciéndolo, y ahora con el arma al alcance, me temo que con consecuencias más graves que en otros tiempos, cuando la prohibición  para portar un  arma de fuego de alguna manera limitaba su uso.
   La NRA (National Rifle Association) es uno de los principales organismos que aportan capital a los partidos políticos y a los candidatos de su preferencia  en tiempos electorales.  De manera legal y transparente, por supuesto, mediante el mecanismo del “lobbying”, que de alguna manera obliga a quienes reciben apoyo económico del citado organismo, a corresponderle, en este caso con modificación de los términos en que los permisos para el uso de armas de fuego.  O sea, quiérase que no, hay un trasfondo político y finalmente económico detrás de estos ajustes para la portación de armas de fuego.
La propia Unión Americana lamenta tragedias como la de Columbine, en las que la violencia dentro de los centros escolares ha costado lamentables pérdidas humanas.  Y como dicen algunos especialistas al referirse a estos casos que han trascendido a nivel mundial, los homicidas, a pesar de ser adolescentes consiguieron armas de fuego de uso controlado, las introdujeron a los centros de enseñanza, y las utilizaron en contra de compañeros o maestros, sembrando la muerte. La fórmula funciona de esta manera, se introduce un arma, y ya trayéndola consigo, un estudiante puede responder con una descarga de balas ante cualquier situación que antes se enfrentaba con  palabras o a puñetazos, y a partir de ahora contará con el recurso de primera mano de un arma de fuego y la posibilidad de un enfrentamiento letal.
   Hay quien dice que la portará en  defensa propia.  Un experto en situaciones de emergencia está entrenado para valorar un escenario y determinar las intenciones de cada participante, como para distinguir un atacante en potencia, y aún así ha llegado a haber confusiones a la hora de determinarlo.  Luego entonces,  una situación de emergencia para personas  que no son  expertos en criminalística,   puede llevar a  un estado de confusión, valorar mal el estado de cosas, y llegar a   utilizar el arma imprudentemente, ocasionando daños a terceras personas.
   De por sí ya estamos viviendo un mundo muy violento.  Hay violencia en las calles, muchas veces en los hogares, en los vecindarios.  Hay violencia en los programas televisivos, hay violencia en los videojuegos.  Estos  últimos premian al más rápido en disparar contra aquel objetivo que el propio juego marca como blanco, y hay estudios científicos que señalan que este modo de reaccionar del niño sometido a prolongadas sesiones de videojuegos en el mundo virtual, tiende a reproducirse en la vida real.

   Incuestionable es la libertad como valor sagrado para un país, siempre y cuando se acompañe de la obligación de su gobierno para  proveer mecanismos que garanticen la seguridad de la población en general, en particular los  grupos vulnerables.  ¿Se está tomando en cuenta esta segunda premisa en el caso actual, o se está proclamando la libertad sin  considerar los casos de excepción?... Ya pronto lo sabremos, las estadísticas futuras  habrán de señalarlo.

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