domingo, 9 de octubre de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CHISPAZOS Y DESACIERTOS
En 1637 René Descartes publicó la que sería su obra más importante,  “El Discurso del Método”, disertación en torno a la verdad,  tratado precursor del método científico.  Está dividida en cuatro partes, y en la segunda viene un enunciado al que quiero aludir en estos momentos: “No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era.”
   Lo anterior viene a colación para hablar sobre la propuesta de enmienda legislativa presentada por el Senador Jorge Luis Preciado Rodríguez, quien  postula que se apruebe la portación de armas para fines de legítima defensa.
   La gran diferencia entre Descartes y nuestros actuales legisladores, es que aquél se sabía consciente de caminar entre alfileres, y lo hacía con extremo cuidado,  mientras que nuestros actuales legisladores se sienten poseedores de la verdad última y  actúan por chispazos de inspiración, sin un análisis concienzudo causa-efecto. Este modo de pensamiento no ha sido privativo de los legisladores, por desgracia gran parte de los programas –y presupuestos—que han fracasado, parecieran haber tenido este origen: Un momento de inspiración en la vida de alguien que está en  un puesto que le permite acceder a recursos y ya, se arma el programa “a ver si pega” sin ninguna fundamentación científica, y para ejemplos hay muchos, por desgracia.
   Uno de los grandes males de nuestro México es la inseguridad; circula una cantidad descomunal de armas ilegales, parte de las cuales van a dar a manos de los delincuentes que las utilizan para atracar a la población civil.  Esas armas  las obtuvieron en el mercado negro, y a éste muy probablemente llegaron por vía  del contrabando a través de las fronteras.  Ahora bien, en lugar de proponer un programa multidisciplinario que corte de raíz esos mecanismos de tráfico de armas de fuego, nos vamos a la punta de la rama a proponer que, al igual que los delincuentes, sea ahora la población civil la que porte armas para su legítima defensa.
   Sé que en Norteamérica  se capacita a los jóvenes en el manejo de armas por parte de la propia Policía, y yo me pregunto: ¿En México quién va a capacitar a los potenciales usuarios en el manejo de armas de fuego? ¿O iremos a funcionar como con las licencias de manejo, que se capacite al “ahí se va” y le damos su primera licencia? Y aquí no puedo dejar de mencionar el anecdótico caso de mi hija cuando tramitó su primera licencia; había una escuela (“patito”, ya verán por qué), que se encargaba de aplicar los exámenes y reprobar a todos los examinados, quiero suponer que habrían reprobado al mismísimo Fittipaldi,  para así obligar a pagar el curso de manejo que ellos mismos daban.  Cuando fuimos a pagar el examen me dijeron que el examinado debía llevar su propio vehículo, a lo que yo dije, no hay problema, es un carrito estándar.  Cuando escucharon la palabra estándar los dos “maestros” pelaron los ojos y me dijeron que estándar no, porque no sabían manejar estándar.  Claro, mi hija sí manejaba estándar porque me programé para tener un estándar cuando fuera tiempo de  enseñarles a manejar a ella y a su hermano.  Decidieron entonces los “maestros”  ponerle un examen escrito que, claro, reprobó,  el objetivo final era pagar el curso,  se pagó, y el sábado cuando mi hija recibiría dicho curso la escuela estuvo cerrada, de modo que al siguiente lunes pasó  ella a recoger su certificado (de un curso que nunca tomó), y ya pudo obtener su licencia. ¿Así queremos la capacitación en el manejo de armas, de aprobarse la iniciativa propuesta por el Senador Preciado?... ¡Dios guarde la hora!
   En países de Primer Mundo la obtención de la primera licencia implica toda una capacitación, un examen riguroso y un costo elevado, y cada infracción que acumule el conductor le va restando puntos a su récord, llegando incluso a la cancelación de su permiso para conducir, de acumularse muchas faltas. Pero nuestro amado México de inspiraciones, magia y excepciones, donde todo se puede, se cuece aparte.

   Honestamente espero que la iniciativa de este senador no prospere, porque en verdad que estaríamos metidos en un lío muy gordo que luego no hallaríamos cómo parar.  Más bien es tiempo de ponernos a leer un poquito, echar mano de los grandes pensadores de la Historia que tienen tanto qué decirnos, y dejar de apelar a los chispazos de inspiración divina y comenzar a actuar con seriedad y profesionalismo, apegados al sentido común y a la razón, revisando antecedentes de otros países, con voluntad de entender qué mecanismos han producido este problema de inseguridad que tenemos entre manos, y aplicando medidas que en verdad conduzcan a resolverlo.  Para tiro al blanco en manos inexpertas, con los puestos de la feria es suficiente.

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