SONIA DE NORUEGA Y YO
Hace poco vi en un canal español un documental que me
pareció muy interesante, acerca de Sonia, reina de Noruega. De entrada debo reconocer que no conocía al
personaje, como tampoco la interesante historia de una plebeya que conquistó el
corazón de Harald V, entonces futuro
rey, al grado que este se rebela en contra de las disposiciones de su señor
padre, hasta conseguir la aprobación para casarse con ella. Después de varios años de noviazgo y de una
deliberación por parte de los principales consejeros del reino, finalmente se autoriza
la unión matrimonial que en agosto cumplirá cincuenta años. El documental nos condujo por las zonas montañosas
de Noruega en una de las muchas excursiones que emprende la reina con grupos de
amigos para recorrer esos parajes naturales, y nos muestra la sorpresa que se llevan pobladores de
pequeños lugares cuando se topan de frente con la reina quien los aborda para
conocer las costumbres locales.
Debo decir que con cierta malicia, quise imaginar un evento
similar en nuestro país. La caminata
estaría perfectamente planificada, blindada, apegada a un protocolo previamente establecido; el estado
mayor enviaría su avanzada para explorar el terreno, valorar riesgos y plantar
vigilancia. Nada podría suceder de
manera espontánea, los habitantes de los diversos poblados visitados por la
reina, acá estarían previamente escogidos, aleccionados y controlados, sin una
pizca de espontaneidad. Serían
incondicionales del partido oficial que inundarían el ambiente de porras y
aplausos de acuerdo a lo estipulado.
Tal vez se pregunten el
por qué de este parangón, y la
razón es la siguiente. Me entristece un
país en el que se destinan tantos dineros del pueblo para asuntos protocolarios
que nada tienen que ver con las urgentes necesidades de primer orden. Ahora se acaban de entregar los resultados
del aprovechamiento escolar en alumnos de tercer año de secundaria, los cuales
dejan mucho que desear. Se detecta que
lo que hace falta, una vez que ya han sido evaluados los maestros, es
capacitarlos para aplicar adecuadamente los conocimientos adquiridos, y así
lograr que los alumnos despeguen, y que no tengamos un nivel de matemáticas de quinto año de primaria en los alumnos que
están por ingresar a preparatoria.
Es lamentable el criterio discrecional de utilización de
recursos para etiqueta, protocolo y seguridad de funcionarios en un país con
índices alarmantes de pobreza alimentaria.
Además del dispendio queda claro que a través de esos manejos se coloca
a los “servidores públicos” totalmente alejados de las necesidades reales del
pueblo.
Habrá que suponer sin mucho margen de error que esos gastos
en seguridad de los funcionarios se generan porque –lamentablemente—vivimos en
un país con elevados y crecientes
índices de inseguridad. Pero
además porque la misma cúpula gubernamental conoce el descontento del pueblo, al
que se niega a escuchar envuelto en su burbuja mercadológica de “todo está
bien” y “vamos avanzando”.
Todo lo anterior viene a raíz de lo acontecido hace un par
de días en Gómez Palacio, Durango, en donde se bloqueó el paso de la Caravana
por la Dignidad encabezada por Javier Corral, proveniente de Chihuahua, orillando a sus integrantes a desviarse por un
camino que los volvía vulnerables. Obra
de agitadores del PRI, encabezados por el regidor Uriel López Carrillo, inicialmente
impidieron la llegada de vehículos a la ciudad, y posteriormente boicotearon un
acto público convocado por la Caravana.
Javier Corral pretende con la Caravana señalar actos de
corrupción y exigir la extradición de
César Duarte por los 11 delitos que se le imputan. El atropello de que fueron objeto en Gómez
Palacio nos habla de las malas mañas de
un partido, coartación de la libertad de
expresión, bloqueo de la pluralidad y temor a que se dé a conocer por boca de
Corral una información que ya todos
conocemos y la mayoría reprobamos. Atendiendo
al viejo modo de manejar las cosas del PRI, “lo que no se dice, no
existe”. Tal vez por ello su urgencia de
acallar las voces que señalan los
desvíos.
La reina Sonia de Noruega se siente aceptada entre los
suyos, a pesar de que se las vio difíciles cuando su esposo quiso concederle el
título de reina y las cámaras no estuvieron muy de acuerdo. Ahora ellos cuentan con la bendición de la iglesia
como rey y reina, y Sonia dedica parte de su tiempo libre al montañismo, la
fotografía y las artes plásticas, pero lo hace como una noruega más, ajena a
todos esos blindajes que tanto se utilizan en México y se pagan con nuestros
impuestos. Sentí franca envidia de los
noruegos quienes tienen monarcas de carne y hueso que no temen codearse con el
pueblo, pues se saben ampliamente aceptados y aprobados por él.
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