domingo, 1 de abril de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


En las relaciones humanas de cualquier índole, es imposible que no existan situaciones de riesgo. Todas por bien asentadas que estén en la confianza, en el respeto, en un gran afecto, son vulnerables, y aún aquella que parecía mejor consolidada puede derrumbarse, a veces, tristemente, sin una razón justificada. 

Las relaciones requieren muchos elementos para su edificación y muy pocos para su derrumbe. En nuestra interacción humana, no podemos dejar a la deriva aquello que con tanto afán logramos llegara a ser una amistad, una relación de pareja, fraternal o filial. El esfuerzo continuado, el  impedir que surjan entre nosotros  grietas que amenazan con separarnos, el mantenimiento constante de cualquier deterioro visible en ese vínculo de afecto que nos hace mantener el equilibrio necesario para afrontar el destino, cualquiera que sea el que la vida nos depare. Todo ello es una responsabilidad que no debe implicar sacrificio, que por sí misma nos incentiva a sostenerla, porque es placentera, porque significa plenitud, porque en esa o esas relaciones se encuentra gran parte nuestra estabilidad como seres humanos. 

No es que nuestros afectos mueran de un día para otro, es que los vimos languidecer y no hicimos nada por impedirlo, los dejamos marchitarse, por ineptos, por indolentes, por irresponsables. No es suficiente sembrar amor, sino cuidarlo hasta levantar la cosecha, y mantenerlo a salvo en un sitio seguro, ahí donde permanezca y acompañe por toda una vida. No conformarnos con ser coleccionistas de efímeros afectos, sino conservarlos, protegerlos al abrigo de un corazón que siempre tenga cabida para el amor.

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