domingo, 5 de agosto de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Me conmueve la sinceridad de la gente, de aquella que encuentra en ella la mejor forma de expresar sus sentimientos.

En la autenticidad de sus palabras y sus actos puedo advertir el reflejo de un alma noble. No es necesario que sea infalible, menos perfecta, la gente que se atreve a mostrarse tal cual es, sin maquillar sus sentimientos, sin alardes ni posturas falsas, sin aparentar ser o tener lo que no poseen. 

Espontáneo, natural, con la sensibilidad que permita reconocer en sí mismo y en los demás, lo que encierra el alma, que diáfana y pura se muestra a través de la mirada, de esa mirada que no esquiva, que no teme encontrarse con la del otro, porque no asoma en ella la falsedad, porque sentirse descubierto no es sinónimo de culpabilidad, ni de mezquino interés.

Quien a nosotros se acerca de buena fe, encuentra camino llano al corazón, porque se percibe en su expresión, en su decir, en su silencio, la claridad del pensamiento, la congruencia entre el decir y el hacer, porque un alma falsa se distingue sin que tome demasiado tiempo hacerlo. 

La sinceridad, virtud esencial para que las relaciones sentimentales entre los seres humanos, sean consistentes, firmes, con la lealtad que les permite sostenerse a pesar del tiempo, de la distancia, de los errores, de las circunstancias adversas que amenacen con destruir los afectos.

La sinceridad, es pieza esencial en el arte del bien amar.

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