domingo, 12 de julio de 2020

"Nosotros los modelos clásicos" por Mario Clío

Las nuevas generaciones no nos comprenden a nosotros los modelos clásicos.
     Frecuentemente me pregunta mi hijo: "¿Para qué conservas tantos discos compactos? ¿Tanta música o películas, si ya existen formatos streaming con catálogos mucho más diversos?".
La respuesta es esa...Porque soy modelo clásico. 
     Nosotros los clásicos nos arreglábamos para ver una película pues nos emocionaba la aventura del cine, muchas veces yendo a las salas en camión. Era una gran experiencia, desde que elegíamos el film hojeando la cartelera en el periódico (en papel por cierto). Lo que veíamos en el cine se convertía en algo imborrable para nuestras mentes. Hasta nuestro corazón daba un pequeño vuelco de emoción cuando apagaban las luces y escuchábamos las trompetas imperiales de la Twenty Century Fox. 
     A nosotros los modelos clásicos nos emocionaba cortar con cuidado el plástico protector de un disco (LP). Sacarlo con codicia. Colocar la aguja de diamante sobre el surco del acetato que desplegaba en su color negro azabache, matices multicolores ocultos. Cada disco se convertía en una colección personal. Su música era parte del soundtrack de nuestra vida. 
     Nosotros los modelos clásicos hacíamos un ritual completo, casi religioso cuando tomábamos la cámara para una fotografía. (Solo una). Hacer click en el botón de la cámara era una gran responsabilidad. No había lugar a errores. Por eso todos los que queríamos salir en la foto, nos peinábamos y luego nos engarrotábamos con la mejor sonrisa frente a la lente, esperando (sin verlo en ese momento) que la foto haya salido bien. Lo mismo sucedía cuando nos entregaban en el negocio de revelado el sobre amarillo con las impresiones y los negativos. No podíamos aguantar la emoción de esperar a ver las imágenes en casa. Veíamos todas, una a una frente a la persona que nos atendió en el mostrador. 
     Esas son las emociones de un modelo clásico que hoy no comprenden las nuevas generaciones. Hoy pueden ver siete películas un mismo día y no saben ni quién dirigió o actuó. Escuchan música sin saber ni quién canta. Las Miles de fotos que ven de ellos, o ajenas dejaron de sorprender, de avasallar. Hoy todo es desechable y experimental. Parece que ya nada es para siempre, solo los modelos clásicos conservaremos los recuerdos de juventud hasta el último día de nuestras vidas, o hasta que la memoria se marchite, lo que suceda primero. 
 Por primera vez tenemos el gusto de publicar un texto de Mario Clío, dramaturgo, director teatral y escritor de la ciudad de Monterrey.  Nos comparte un interesante análisis de cómo el tiempo cambia las cosas.

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