domingo, 10 de enero de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Bien dicen que recordar es vivir, pero también que no se puede vivir de recuerdos. Sabido es que la gente puede vivir sin recordar, aunque esta forma de vida quizá nadie la deseamos. 

Los recuerdos duelen, los recuerdos cobijan, los recuerdos son remanso de paz o volcán de emociones que reviven sentimientos. Vivimos y tenemos en el día a día la oportunidad de acumular un recuerdo imperecedero. Como álbum de recuerdos que se van quedando en la memoria y que se conectan directamente con el corazón. El solo recuerdo nos puede hacer llorar, sentir dolor; nos provoca una sonrisa o hasta estridente carcajada. Nos transporta a sitios y tiempos que pertenecen al pasado; nos activa los sentidos y somos capaces hasta de aspirar aromas y sentir vivamente aquello que solo vive en nuestra mente. 

Benditas memorias que me hacen estremecer, que me hacen saber lo mucho que tengo que agradecer;  que me inspiran a seguir en esta vida, a no repetir errores de lo que arrepentirse ya no tiene sentido. Hay muchas cosas y personas que ya solo pueden ser un recuerdo. Mientras viva no desperdiciaré la oportunidad de valorar lo que me rodea, a quién me rodea. No permitiré que los recuerdos se apoderen de mi tiempo y me impidan apreciar en tiempo real y con todos mis sentidos, cada día que tengo la oportunidad de vivir.

Acompasan mi vida, son parte esencial de mi existencia, ojalá que nunca me abandonen o que lo hagan muy poco a poco. Vivo con mis recuerdos, pero no tan solo para ellos. Construyo presente, lo aprecio en todo lo que es, lo vivo intensamente y de la mejor manera posible, Muchos amaneceres se perderán en el limbo del olvido, por eso intento disfrutarlos al máximo en su momento,


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