domingo, 9 de mayo de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

  



Cuando nos convertimos en padres, quisiéramos tener la capacidad de poder transmitirles a nuestros hijos un kit completo de valores, habilidades, conocimientos, manejo de las emociones, etc, que les facilitara el desarrollo de sus vidas.

Es hasta entonces cuando nos viene el reconocimiento de todo lo que recibimos de nuestros padres, cuando realmente le damos el justo valor y puede que hasta nos sintamos ingratos de no haberlo apreciado y agradecido en la justa medida.

Nos han pasado la estafeta y nos toca a nosotros la misión nada fácil de educar y más cuando no tenemos un manual y debemos apoyarnos en nuestras propias experiencias, sentido común, criterio y basado todo ello en lo que se nos inculcó en mayor medida en casa, y fue complementa en otros ámbitos como el escolar, y el social.

Es fácil equivocar nuestro papel de padres, pretender moldear a un hijo a la medida de nuestras expectativas, insistir en que hagan o sean lo que uno decide, o peor aún lo que uno no logró llegar a ser o a hacer, por distintas circunstancias, queremos resarcir en ellos frustraciones, fracasos, sin considerar que son entes distintos, con conciencia, y forma de sentir de pensar, distinta y a veces muy distante de la nuestra.

Actuamos a veces irrespetuosamente, queriendo imponer, no proponer, queremos hijos modelo para lucirlos en pasarela, para jactarnos de nuestra gran obra, para recibir el aplauso, quizá no tan egoístamente, también pretendamos ellos se lleven el reconocimiento. Perdemos de vista, que educar a un hijo conlleva como principal misión, lograr hacerlos independientes, felices, respetuosos, seres con equilibrio, sin importar que sean ejemplares, ni ejemplo para nadie.

No buscar en los hijos la continuidad de nosotros mismos, desear que sean auténticos, sin imitarnos,sin ser reflejo de nosotros, sus padres, respetar su individualidad, preservar en ellos aquellos principios que nos han sido heredados para vivir en armonía consigo mismo, en familia y en sociedad.
Educar, sin asfixiar, con libertad, sin libertinaje, con respeto, con amor, sin egoísmos, dar las herramientas para que nuestros hijos construyan su propia personalidad y no imponerlas una a nuestra voluntad, tarea de padres que desean para sus hijos la llave de la felicidad.

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