El final de la vida no es así de doloroso para quien se va como para quien pierde a ese ser querido. Este pequeño poema lo escribí inspirada en mi mamá, que fue pintora, y en sus últimos años, a causa de la enfermedad física, la creatividad la había ido abandonando. Es mi duelo a sus manos creadoras:
TUS MANOS
Manos quietas
sobre tu regazo:
Dos aves cansadas.
Manos de artista que
inventaban mundos
en el blanco lienzo,
han olvidado
como albergar sueños,
o contar historias.
Hoy huérfanas de amor
las miro inermes,
son dos aves cansadas que repliegan
sus viejas alas rotas
en el tibio rellano
del silencio.
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