domingo, 4 de julio de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez






Esta época cibernética y colmada de tecnología, nos brinda otra plataforma desde la cual se desarrollan las relaciones interpersonales a distancia, con prontitud, constancia --a veces excesiva--, pero con la gran limitante de la palabra escrita, aunada a iconos gestuales que reemplazan o intentar reemplazar nuestras expresiones.

Ya como método más usual que el presencial, nos vemos todo el día en contacto con decenas de personas. A veces, según la capacidad de cada quien, con varias al mismo tiempo. Volamos de un chat a otro, y entre uno y otro, alcanzamos a entrar a las redes para enterarnos de noticias, y sucesos, o chismes, ¿por qué no? de otras personas, que ni conocemos. Y si en persona existen los malentendidos, pues ni se diga por estos medios.

Cada quien interpreta las palabras a su manera, les da el énfasis, la entonación y la connotación que le sugiere incluso la forma en que se escribió. Hasta somos capaces de interpretar gritos, enojos, felicidad, o por lo menos sentimos serlo. ¿Cuántas veces hemos dicho algo con total serenidad y se nos interpreta enojados? La expresividad por el lenguaje escrito se presta a confusiones, además, no a todos se nos da. Muchas relaciones de toda índole han sufrido reveses por la percepción errada que se puede tener al leer un mensaje.

Definitivamente hay cosas que no se pueden tratar por escrito, si se requiere precisión en la transmisión de un sentimiento, si reviste una importancia determinante para una decisión, si apenas en viva voz podemos darle la emoción que implica lo que deseamos hacerle saber al otro, hay que tomarnos el tiempo por lo menos de llamar y de ser posible, cuando las circunstancias lo permitan, de hacerlo presencial.

No hay icono gestual que substituya una mirada de amor, una voz tierna, una expresión de alegría que ilumina el rostro. No alcanza la tecnología a darle a las relaciones humanas ese toque mágico, incomparable, que solo encontramos en el contacto personal.

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