domingo, 5 de septiembre de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez





Hoy después de muchos meses, a muy temprana hora vi pasar por mi casa a un niño con su mochila, camino a la escuela. Acompañado por su madre a paso presuroso, cubierto con el ya parte indispensable y obligada de nuestra vestimenta, cubrebocas, asomaban apenas sus ojos en los que se apreciaba emoción. Quise imaginar que habría en él una mezcla de sentimientos encontrados, por un lado el anhelo de regresar, por el otro el temor de reiniciar la escuela en otras condiciones, en una nueva modalidad, después de tanto tiempo no debe ser fácil readaptarse a estas rutinas que ahora implicarán restricciones en la libertad de sus actitudes en la escuela.

Esta escena me remontó a mis tiempos de escolar, sentí envidia del pequeño al ver como transportaba su mochila con llantitas , recordando el peso de la mía que cargaba a cuestas, sin embargo nada había de envidiable, pensé luego, él llevaba a cuestas las vivencias de una pandemia a una edad tan temprana, teniendo que adaptarse a vivir entre el miedo, el encierro, las malas noticias, la incertidumbre, quizá la enfermedad o muerte de alguien cercano, nada fácil iniciar la vida y tener que enfrentarse a esta situación que la modificada de tajo, cargar una mochila no era tan pesado como todo lo que ha implicado esta larga ya pandemia.

Feliz de saber que los niños regresan a la escuela, no pude menos que desearle un buen día y un excelente regreso a las clases, el respondió con un gracias y agitando su mano para saludarme de lejos. En silencio pedí por él y por todos los niños que recuperan esta parte tan indispensable de su vida, y deseé con fervor que pronto sea una realidad para todos, sin que haya retrocesos, sin que sea posible a corto plazo tener las condiciones idóneas para vivir la escuela con la libertad , la seguridad y confianza como lo había antes, aprendiendo a seguir las normas que exige esta "nueva realidad", pero confiando en estos seres pequeños que tienen mayor adaptabilidad a las circunstancias que nosotros los adultos, porque quizá la madurez va acompañada de tantos miedos que nos hace más difícil el recuperar la confianza y la fe, somos más renuentes a tolerar restricciones y a renunciar a lo que sentimos tan nuestro y tan merecido.

Vivir es aprendizaje continuo a algunos está lección les llega demasiado temprano, a otros cuando ya parecía que faltaba tan poco por aprender, unos y otros con nuestras capacidades y limitaciones habremos de encontrar estrategias para trascender, si es que biológicamente nos es dado hacerlo.
Regresar a nuestras rutinas si, pero con mayor conciencia de nuestra vulnerabilidad, de la necesidad de ser solidarios, de mejorar nuestra relación con la naturaleza, para ser más responsables con el planeta, con la sociedad.

Que el regreso a clases sea pronto posible para todos y así lo sea el regreso a nuestra vida, donde la cercanía de la gente no sea peligro, donde la convivencia no implique riesgo alguno, donde se pueda respirar libremente, dar un beso y mostrar una sonrisa sin temor alguno.








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