domingo, 10 de julio de 2022

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¿Uno decide cómo vivir?...

Creo que no siempre. Quizá más allá de nuestras decisiones nuestra vida está definida por muchas circunstancias  ajenas a nosotros, que no son manejadas a voluntad, que se nos presentan abruptamente, a veces para bien o a veces para mal, y que no necesariamente son consecuencia de nuestros actos, ni de nuestros deseos.

Como piezas de ajedrez que son manejadas por energías sobrenaturales, nos vemos a veces llevados a destinos que no aparecían en nuestro esquema de vida. Vivir implicará la necesidad de readaptarnos, de poner a prueba nuestra fortaleza, incluso de someter nuestra voluntad a los designios del destino aun cuando no seamos capaces de comprender porque tenemos que hacerlo, precedido quizá de una rebelión, la vida nos insta a actuar con humildad y terminar por resignarnos, exponiendo nuestra vulnerabilidad y haciendo patente que tan solo somos simples mortales.

Tenemos oportunidades de elegir caminos, de tomar decisiones, de construir un futuro, pero también siempre está la amenaza latente de que, por más certeros que hayamos querido ser, puede no resultarnos la ecuación con el resultado previsto. No hay cálculo que sobrepase lo que podría depararnos el destino, sin que haya en esto obrado nuestra voluntad.

En el entramado que implica la vida, somos arquitectos expuestos a la inclemencia del tiempo, de la naturaleza, incluyendo la naturaleza humana, de los actos propios, de los ajenos. Construir la vida es todo un reto, y tan solo nos queda poner en ello nuestro mejor esfuerzo, una actitud positiva, pasión por cada objetivo que tengamos como meta, fe en que podamos lograrlo, humildad para aceptar si no fuese así, ductilidad para asimilar los cambios y no desistir de tomar alternativas.

A través de tanta vida que afortunadamente he tenido, agradezco haber podido decidir parte de ella; haber podido asimilar lo que no estuvo en mí elegir. Agradezco reconocerme falible, y limitado por las circunstancias en muchas ocasiones, así como haber aprendido a sortear la adversidad y no
rendirme fácilmente, y a resignarme ante lo irremediable. No siempre decidí como vivir, porque definitivamente  hubiera elegido únicamente ser feliz , sin embargo he tenido que aceptar tiempos de infinita tristeza y de dolor.

Lo que me pertenece y es a mi total voluntad es decidir vivir en el amor, mi salvavidas, el motor que me mantiene a flote y en movimiento. Sentimiento que protege mi alma, que aminora las penas, que repara mis heridas y me hace saber que vale la pena cada día de mi existencia, mientras haya en mí la capacidad de amar y la dicha enorme de saberme amada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario