domingo, 5 de febrero de 2023

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

No se trata de tan solo esperar que el día transcurra, como otro día más que la vida exigiera vivir, porque es lo que toca. Es monótono tan solo seguir la rutina sin hacer de ella algo valioso, que trascienda en cuando menos un detalle que valga la pena recordar.

Es apreciar desde el momento en que abres los ojos, en que pones en contacto tus pies en el suelo y te llega esa maravillosa sensación de saber que tienes vida, que sigues en este mundo y que cada minuto vivido ha valido la pena, y hacer entonces de el tiempo que viene una interminable sucesión de momentos que tengan un significado, mayor o menor en tu vida.

Ver como se disipa la obscuridad y da paso a un amanecer; aspirar el aroma de una buena taza de café y, sorbo a sorbo, deleitarnos con él. Ir de paseo al parque con mi perro adorado, que ya desde hace una década me acompaña, gracioso maltés tierno , pequeño ser que ocupa un espacio importante en mi vida.

Oír y ver a través de videos a mis hijos y nietos, poder gozar de sus logros, compartir sus tristezas. Ver crecer felices y sanos a mis cuates preciosos, traviesos, graciosos, amorosos y berrinchudos, niños criados en un ambiente pleno de amor, de cuidados, de disciplina; en un ambiente lleno de alegría y cariño a raudales.
Disfrutar de tiempos de convivencia, en la forma que la vida lo permita, procurando que la distancia no sea obstáculo para hacer llegar nuestra energía afectiva, siempre manteniendo la fuerza del amor que nos une a la familia, a los amigos.

Sentir la nostalgia de los buenos tiempos, remembrar al pasado agradeciendo lo bueno y lo malo que hayamos vivido, sin que deseemos aferrarnos a quedarnos en ello, pero reconociendo en nuestro presente la aportación de cada minuto vivido. Dar paso a lo que viene con la certeza única de que habrá que afrontarlo, con pena o con gloria, porque garantías no hay en esta vida, y cada día es un acertijo, por más que creamos ser capaces de haberlo planeado. Adaptarse al cambio, aceptar los retos, tener la humildad de reconocer límites que impone el ser un simple mortal.

Respiro profundo, sintiendo el latido de mi corazón, ese corazón que acompasa mis emociones, que aloja mis afectos; órgano vital que impulsa mi sangre, ahí se fusionan mi esencia carnal con la espiritual, marca el ritmo de mi existencia y marcará también mi final.

Vencer el miedo a mi vulnerabilidad física, engrandeciendo la espiritual para darme soporte, para compensar el deterioro que el correr de los años impone, apreciando y agradeciendo lo que soy, lo que poseo, a la gente que me rodea, mi entorno, mis amigos, mi familia, mis afectos, así con detalles pequeños que engrandecen mis días, me aferro y persigo siempre hasta alcanzar mantener en mi vida la felicidad.

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