domingo, 2 de abril de 2023

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Yo no he tenido que esperar a ser adulto mayor, para ser imprudente y sentir que puedo decir lo que pienso, siempre y cuando no sea con afán de ofender. No me detengo a manifestar si algo no me gusta en algún restaurante, lo cual por cierto me crea conflictos con mis hijos, porque les da la pena que creo debiera darme a mí.

Tengo el impulso siempre a manifestar lo que pienso es un error, y que puede ser perjudicial para alguien. Más de una vez he comentado a amigos o familiares que dejen el vicio del tabaco, o que no exhiban su vida privada, sobre todo en cuestiones que considero muy íntimas, en las redes sociales. Más de una vez me ha causado conflicto, y algunos de larga duración, a pesar de que yo sigo considerando, no eran para tanto. Estas situaciones generalmente son familia, o amigos muy cercanos, pero a veces, incluso con una persona extraña, me atrevo a señalar lo que me parece puede serle perjudicial.

Les comparto una de esas intromisiones, para que juzguen ustedes según su criterio, fue inadecuado, innecesario, incorrecto, les confieso, sin embargo de cualquier manera no me arrepiento, (no tengo remedio): Ayer estando en pleno arreglo de uñas, se encontraba a mi lado otra señora muy joven, guapa, y en medio de ambas, su bebé hermoso de once meses en una carriola.


Ella quiso darle algo al bebé, pero no podía porque sus uñas estaban recién pintadas, me ofrecí a hacerlo, pero al darme cuenta de lo que le quería a dar, le dije rotundamente que no, que yo no le ayudaría a darle eso al niño. Era un paquete de donas bimbo, e iba en contra totalmente de lo que como pediatra he pugnado por evitar en niños. La mujer abrió los ojos furiosa, y con toda razón me contesto "cada quien ¿no?" Por supuesto tenía razón, y mi respuesta había sido obviamente tomada como grosería, sin que yo tuviera esa intención.

Un silencio de las cuatro personas presente, las miradas entre ellas como condenando mi acción, yo pensando como remediar las cosas. Retomé la palabra, a manera de disculpa le expliqué que por año como pediatra había combatido esta alimentación chatarra en mis pacientitos, y que no me era fácil permanecer indiferente a ello, eso no justificaba mi intromisión, pero la aclaraba de alguna manera.

La plática fue tomando poco a poco otro giro, más amigable, buscando incluso en mí consejos para una apropiada dieta para su bebé, hasta agradeciéndome la intromisión, manteniéndose a tenta a una charla, que por cierto no fue tan breve, porque cuando vi abierta la puerta, me metí a fondo al tema de la nutrición infantil,

En fin, al parecer todo terminó bien, creo yo que algo pudo haber quedado de positivo. Después del mal momento que le hice pasar, me quedo con la idea de que no cuidé las formas, pero el fondo fue bueno.

Dicen que genio y figura hasta la sepultura, mal genio y flaca figura y mi constante costumbre de meterme en lo que debiera no importarme pero si me importa (jajaja), me acompañarán por el resto de mi vida.

Vive y de ja vivir, pero si puedes hacerlo positivamente, ¿por qué no influir? Se vale no estar de acuerdo conmigo, de hecho asumo que vivo en el error, jajaja.

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