domingo, 8 de octubre de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 


UNA GUÍA EN LA NIEBLA



Narges Mohammadi, activista iraní a favor de los derechos de las mujeres, resultó ganadora del Premio Nobel de la Paz 2023. Además de su liderato social, ella es vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos y autora del libro: “Tortura Blanca”. Actualmente se halla en la prisión de Evin, en la ciudad de Teherán, cumpliendo una sentencia inicial de 1 año, que pasó a 10 años de prisión y 174 latigazos. Lo anterior por manifestarse en contra del maltrato que sufren sus compañeras de celda. Llama la atención que la noticia se publicara a escasos días de haber celebrado el primer aniversario de la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, cuyo delito fue no portar el hiyab en un sitio público, como marca la ley iraní. Por ello fue detenida por la “policía moral” del país, y murió en las instalaciones de dicha corporación. A lo largo de estos doce meses poco más de medio millar de mujeres iraníes han muerto en manifestaciones callejeras a favor de las libertades para el sexo femenino.

En el aniversario luctuoso de Mahsa, Narges Mohammadi, y otras dos reclusas, en un acto de rebeldía, enarbolaron y quemaron sus velos desde la cárcel donde permanecen cautivas.

Hablar de Derechos Humanos en el mundo implica una narrativa muy compleja. A partir de 1945, cuando se fundó la ONU tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial, los 51 países integrantes acordaron trabajar por hacer valer la paz y la seguridad, estrechar lazos de amistad entre naciones, y velar por los derechos de los seres humanos, entre otros tópicos. Ya en este siglo, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (dependiente de la ONU), habla sobre igualdad de derechos para todos, independientemente de su género, sobreponiendo por encima de las ideologías nacionales, hábitos y costumbres, el bienestar supremo de la persona. Ello llama a evitar la discriminación por razones de sexo, lo que –reconocemos—no se ha cumplido a cabalidad más que en contados países. La mujer es vista como ciudadana de segunda frente al hombre; se limitan sus derechos y se coartan sus iniciativas de progreso. En países fundamentalistas, como es el caso de Irán, se le somete a un estricto código de conducta que incluye vestimenta. Cualquier desacato a lo establecido se sanciona en forma severa. Los castigos van desde latigazos hasta prisión prolongada. Pese a que en Irán existe la pena de muerte, no encontré casos en que se haya aplicado a una sentenciada por razón de género. Los últimos reportados son antes del 2009 y obedecieron a sentencias por adulterio, que finalmente fueron conmutadas o anuladas.

Quienes vivimos en Occidente difícilmente podríamos comprender el rigor de esas leyes que obligan a la mujer a acatar un código de conducta estricto fuera de casa, cuya desobediencia puede acarrear sentencias jurídicas severas. “Mujer, vida y libertad” es la consigna que se ha dejado escuchar por parte de mujeres iraníes en este año desde la muerte de Mahsa Amini. Aunque, hemos de reconocerlo, en México persiste una desigualdad por razón de género, tanto en el mercado laboral como en comunidades rurales del sur, en las que los usos y costumbres cosifican a niñas y mujeres, ya sea para matrimonios arreglados, o lo que es más grave, para venta de niñas a forasteros. La fémina halla limitadas sus oportunidades de estudio, algo que ella ve “normal”, porque históricamente así ha sido en su comunidad.

Sea el otorgamiento del Premio Nobel a esta activista iraní Narges Mohammadi un punto de inflexión, para fijar la atención mundial hacia la problemática que enfrentan las mujeres por razón de su género, en diversas partes del mundo. Que pase de ser un tema secundario en las agendas legislativas, a ocupar un sitio primordial como problema que afecta a la mitad de la población. Que las autoridades judiciales se ocupen de trabajar por el respeto a los Derechos Humanos en todo el orbe. Es paradójico: ahora, cuando la tecnología nos abre tantas puertas para el desarrollo, elementos culturales que tienen que ver con la inteligencia emocional, lo frenan.

El empoderamiento de la mujer significa que ella tenga las herramientas necesarias para salir adelante por sí misma. No se trata de renegar en contra del hombre ni de querer suplantarlo. Es compartir tareas entre ambos, para el progreso global de las sociedades. Sea la asignación de los Premios Nobel una guía en la neblina de los tiempos que estamos viviendo, para no perder el rumbo. Cierro con unos versos del noruego Jon Fosse, ganador del Nobel de Literatura 2023:

“…hay calma
porque ya no soy persona
soy calma en un barco
soy la oscuridad en un barco
y todo es azul y está oscuro…”

2 comentarios:

  1. En Mexico se matan mujeres no por el código de vestir sino por otras muchas causas….

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