Desde este pequeño espacio va un homenaje a la memoria de Mario César Toledo, gran pediatra, entrañable amigo.
DEL OTRO LADO DE LA LUNA
Te voy a extrañar, Mario, mi querido amigo,
hoy que
mis sentidos ya no logran hallarte
ocupando
el espacio de siempre, con tu sonrisa amplia
y el
brillo de tus ojos, en todo momento
alegres.
Ahora que
has decidido cambiar de dimensión
--porque
ya lo merecías, te lo ganaste a pulso--,
guardaré
por siempre, en mi castaña de las dulces memorias
tu amistad
generosa, decidida, que nunca escatimó cosa alguna…
Los
recuerdos del Colegio de Pediatras, el primero,
el que nos
incluía a todos, en todo momento.
Conservaré
los destellos de esas reuniones de
colegas
donde
reinaba tal camaradería que a todos convertía
en hermanos.
Lamentaré
por siempre no haber sido más solícita, estar más presente,
haberlo
hecho por simple justicia.
Yo sé que habrás
de perdonar mi irreparable descuido.
Hoy sigues
tu marcha. Adivino que llevas de equipaje de ruta
tu mejor
sonrisa, la de siempre, esa que marcaba tu presencia,
mientras
acá son lágrimas las que va sembrando tu partida.
¡Hasta
pronto, buen amigo! ¡Hasta siempre!
Algún día,
lo sé, habremos de encontrarnos más allá,
donde no
hay penas ni dolor, ni enfermedades.
Más allá
nos veremos, mi querido amigo: del otro lado de la luna.
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