UN GRAN SER HUMANO
No obres como quien ha de vivir diez mil años.
Marco Aurelio (Meditaciones)
Una noticia que ha consternado a gran parte de Latinoamérica
y del mundo es la partida de José (Pepe) Mujica Cordano, expresidente de
Uruguay. Un personaje que forjó a lo
largo de su vida unas memorias únicas dentro de la política, que hablan de
integridad, humildad y honorabilidad.
Para ahora mucho se ha hablado de su persona, de su trayectoria pública
y de su desempeño como político. Aun
así, me resisto a no expresar mi profunda admiración por ese gran ser humano
que para ahora ha trascendido a otra dimensión, pero que nos deja un legado
ejemplar.
De ideología izquierdista, durante los años sesenta fue
guerrillero y formó parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, lo
que lo llevó a prisión de 1972 a 1985, durante la dictadura en Uruguay. A
partir de 1989 ocupó diversos cargos políticos, carrera que culminó cuando
resultó electo presidente de Uruguay del 2010 al 2015. Luego de esto ocupó una
curul como senador, y fue en el 2020 cuando definitivamente renunció a la vida
pública, dedicando sus últimos años a su vida personal y a la floricultura, y a
fungir como líder del Movimiento de Participación Popular
Mujica ha sido considerado como el jefe de Estado más pobre
del mundo. Para ejemplo baste decir que,
de inicio a fin de su mandato presidencial, donó la mitad de su salario mensual
a obras de asistencia social. Como
mandatario de Uruguay siguió viviendo en su casa de siempre, manejando por sí
mismo su vehículo Volkswagen para movilizarse y renunció a cualquier tipo de
protección personal.
Mucho hay que decir de un personaje así, que rompió todos
los paradigmas del político que estamos acostumbrados a ver. Su actitud en todo momento fue un símbolo de
congruencia entre el pensar, el decir y el actuar, totalmente alejado de los
grandes vicios de la esfera pública, que son –por desgracia—cada día más
frecuentes. Políticos tiranos que se
valen de una bandera que poco les representa, para actuar de manera nada ética
para sus fines personalísimos, alejados de proyectos de utilidad pública, y
muchas veces desfondando las arcas de manera discrecional e irresponsable,
aprovechando la ocasión que el voto popular les ha otorgado.
En lo particular José Mujica ha sido un gran referente en
cuanto a filosofía de vida. Durante
muchos años he seguido N número de entrevistas que concedió a diversos medios,
tanto desde la tribuna política como en su retiro. Y no deja de admirarme su actuación.
¡Qué maravilloso debe ser transitar ligero como él hizo!
Llegar al término de su vida pública y poder dar la cara en cualquier lugar y
frente a cualquier persona. Sostener la mirada y extender la mano en la
tranquilidad de quien nada debe. Jamás
tener que ocultarse temeroso de las represalias que pueda haber contra su
persona a causa de los desaciertos en su quehacer público.
En un mundo que privilegia el tener sobre el ser, la figura
de Pepe Mujica nos deja grandes lecciones de sencillez y de amor a la vida, a
través del amor hacia los demás. Un amor
auténtico que se revela claramente mediante sus actos de cada día, más allá de
cualquier discurso zalamero con el que buscara ganar popularidad. Ajeno a cualquier gesto de cinismo, él supo
demostrar en los hechos que no se consideraba el ungido, sino uno más del grupo
humano, que se esforzaba por cumplir de la mejor manera con la responsabilidad
que le había tocado desempeñar.
Dentro de la Psicología Positiva hay un ejercicio muy
revelador para quien lo lleva a cabo: Imaginar qué estaría escrito en nuestro
epitafio una vez que muramos.
Preguntarnos qué características podrían destacarse en ese colofón de
nuestra propia vida, lo que habrá de dar cuenta de los valores que perseguimos. En lo personal me deja mucho por
reflexionar. En el caso de Pepe Mujica
considero que será un epitafio que hable de honor y de un profundo amor a la
humanidad. Aunque, supongo, que él
mismo, poco afecto a los homenajes, nos animaría a hacer poco caso de las
palabras y seguir adelante por la vida, haciendo el bien.
Descanse en paz José (Pepe) Mujica, un gran ser humano. Que
su legado perdure, se multiplique y dé frutos entre todos nosotros.
Cierro nuevamente con unas palabras de Marco Aurelio:
Examina cómo te va
en la profesión de hombre de bien, de hombre que acepta de buen grado la parte
que le toca de las disposiciones universales, satisfecho por la práctica de la
justicia y con una actitud de ánimo llena de benevolencia.
Excelente
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