El cielo ahora mismo está teñido de un fuego suave, con pinceladas de naranja y púrpura que se abren paso entre nubes como grietas de esperanza. La luz se filtra despacio, bañando los árboles de un dorado tímido, como si el universo respirara hondo antes de entregarme el día.
Amanecer número 20,636...
Lo digo en voz alta, frente a todos, y la cifra resuena como un trueno en el pecho. No es un número frío: es la suma exacta de las veces que la vida me dio la oportunidad de volver a empezar desde aquel 17 de febrero de 1969 en que respiré por primera vez.
Lo digo en voz alta, frente a todos, y la cifra resuena como un trueno en el pecho. No es un número frío: es la suma exacta de las veces que la vida me dio la oportunidad de volver a empezar desde aquel 17 de febrero de 1969 en que respiré por primera vez.
Veinte mil seiscientos treinta y seis amaneceres… ¡y todavía estoy aquí! Todavía con ojos que se nublan de emoción, todavía con un corazón que late como tambor cada vez que el cielo se incendia de luz. ¿Saben lo que significa eso? Significa que sobreviví a las tormentas, a los miedos, a las derrotas que quisieron dejarme tirado. Significa que incluso cuando la oscuridad parecía no tener fin, el sol siempre cumplió con su cita.
Y en este instante no puedo contener las lágrimas, porque me doy cuenta de que cada amanecer no fue solo mío: en ellos están los abrazos que me sostuvieron, los silencios que me enseñaron, las ausencias que me dolieron y me hicieron más humano. Cada amanecer fue un recordatorio de que, aunque la vida golpea, también acaricia.
Hoy no les hablo de teoría, les hablo de piel y de sangre: estar vivo es un privilegio. Y mientras digo esto, siento que el corazón me quiere romper el pecho, porque 20,636 amaneceres después sigo con la capacidad de agradecer, de llorar por belleza, de emocionarme como un niño.
Y entonces levanto la mirada y susurro, casi sin voz: gracias. Porque todavía me toca despertar. Porque todavía me toca sentir. Porque todavía me toca vivir...
Que belleza. Y si, gracias por que todavía me toca despertar
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