domingo, 11 de julio de 2010

CONTRALUZ, Julio 11, 2010



AL FILO DEL LLANTO


María del Carmen Maqueo Garza

Hoy me topo de frente con la muerte, veo su cara chata frente a la mía.  Como ha sucedido en ocasiones anteriores, por un momento la tengo tan cerca que  percibo sus estertores como cavernas en mi oído y se  me eriza la piel.   Estoy sumida en mi dolor, quiero conseguir la valentía para ponerlo de lado y lanzar mi mirada más allá, hacia el horizonte; arrancarme las penas del momento, y hablar sobre la vida.
Un puñado de ciudadanos responsables fue sorprendido por la muerte en el cumplimiento de una labor social, así como así, en un segundo.  Ellos tuvieron la partida de los privilegiados, no sufrieron en el trance.  El dolor cae a marejadas sobre sus seres queridos tomados por sorpresa, hay padres; hijos; hermanos; parejas; amigos…Hoy nos hallamos todos y cada uno con el corazón socavado por la ausencia, por el nunca jamás que se instala muy dentro y que en este momento parece más vasto que el océano mismo…. Pero hay que hablar de la vida, por lo menos es lo que ellos hubieran querido, lo sé.
Bien dice el viejo refrán que llegamos a este mundo llorando mientras que otros gozan, y que es en verdad afortunado aquél que parte en gozo mientras otros le  lloran.  Este fue el caso de ocho hombres buenos, cada uno dispuesto a aportar lo mejor de sí mismo para lidiar con los daños  que la naturaleza implacable estaba generando.  Habiéndose arrancado molicies, egoísmos y hasta el  propio resguardo se lanzaron sin pensarlo dos veces, a seguir trabajando por los demás.  En estas condiciones  sobrevino la tragedia.
¿Por qué suceden eventos tan terribles  a personas tan buenas?... No lograremos abarcarlo con nuestra mente ni desmenuzarlo a partir de nuestro duelo personal; habrá entonces que depositarlo dentro de nuestro corazón para asumirlo con profunda fe, poquito a poco, así como las cucharadas de luna que recomienda el gran poeta.
Los conocimos a todos: A algunos por su gestión pública; con otros y sus familias nos une una profunda amistad.  A todos los lloramos; lamentamos su juventud y todo aquello que ha quedado trunco, huérfano, aquello que ya no lograron realizar…
Desde la perspectiva que da el dolor es difícil apartar la vista de esas flores que hoy nos confirman que han partido para siempre. Sin embargo es momento de sacudirnos las penas para retomar la vida; tratar de entender de una vez por todas, que para el hombre recto la existencia terrenal es sólo el prólogo a la gran obra, un prólogo que tratamos de escribir con la mejor pluma, la de nuestros actos congruentes.
Entonces  recordémoslos,  traigamos a la memoria sus rostros, sus risas, sus palabras, pero sobre todo mantengamos vivo ese  legado de amor que dejan a su partida.  Al evocarlos no hablemos de los proyectos que alguno de ellos planeaba  realizar; hablemos de las obras que terminó, de las vidas que tocó a través de su generosidad.
…No hablemos de los momentos difíciles que pasó; del daño recibido a cambio de su mejor empeño.  Hablemos del modo como logró sobreponerse a esos contratiempos con alegría, con  entusiasmo, y la esperanza puesta en cada recodo del camino.
Tal parece que no  hemos entendido que la vida es una ruta interior que se emprende a través del espíritu; hay quien lo comprende y lo ejercita, y termina pronto su sagrada misión de ser persona.  Hay quienes pasamos muchos años más con las manos metidas en los bolsillos, sin  terminar de asimilarlo.
Hoy lloramos a quienes partieron sin decir adiós; el cielo permita que ese llanto nos limpie la conciencia para comenzar a ver con otros ojos  lo que es en verdad trascendente.
El ser material se somete a los rigores de la naturaleza, en tanto el ser espiritual emprende desde este puerto mortal ese   viaje al que toda alma buena aspira.
¡Qué modo tan afortunado de levar anclas de cara al cielo, sin hacer olas, sin alharaca, con la misma sencillez que tuvieron sus actos generosos en esta vida!  Parten ligeros como niños,  dejan la pompa y el duelo para quienes aún no hemos comprendido la verdad última, y caemos pasmados ante la pérdida.
Un hombre hace camino, deja huella, no con sus palabras sino con su actuar gentil y su ruta callada, como queriendo pasar desapercibido.   La fuerza de su paso va dibujando sobre el suelo las memorias que habrán de ayudar a quien viene detrás a no perder el rumbo.
Una flor y una oración para ellos: Con su muerte nos dan una última lección que a todos nos corresponde cincelar en el alma: La vida es sólo un ensayo para la gran fiesta.

1 comentario:

  1. No les decimos Adiós sino:
    ¡hasta luego!
    o un ¡hasta siempre!
    Honremos Su Memoria con Trabajo, Esfuerzo y Dedicación. Luchemos Unidos por Piedras Negras, por Nuestra Sociedad, Nuestra Familia.
    El Presidente Maldonado vivirá siempre en el corazón de los ciudadanos de Piedras negras, en este rincón del cielo donde Dios nos permite vivir.
    El obrero, el empleado, el ingeniero,el abogado, el médico, el maestro, el ama de casa, los niños y jóvenes en la escuelas. etc. ¡cada uno haciendo lo suyo!
    con nuestro trabajo, con nuestra entrega,con responsabilidad, en la faena diaria. ¡Rendiremos un Tributo a Su Memoria!

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