Solución
Quienes visitan Singapur, regresan admirados del orden y pulcritud.
Se puede pasear día y noche sin temor a un asalto, a un ladrón.
Al centro sólo entran automóviles autorizados, para evitar contaminación.
No hay tráfico de drogas, ni chicles pegados en las aceras.
Claro, un régimen militar fusiló a los traficantes y a los adictos.
Puso en el paredón a funcionarios corruptos y empresarios abusivos.
Está prohibido repartir volantes y masticar chicle en público.
¿Aceptaría usted aplicar el rifle sanitario a nuestras plagas?
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