ALGO MáS QUE PALABRAS
Ha arrancado Iniciativa México 2011. Por segundo año consecutivo las dos principales televisoras nacionales se unen para lanzar una campaña que convoca y apuntala proyectos de interés social. Y como suele suceder con cualquier nueva propuesta, aún antes de que los directores de Televisa y TV Azteca lo presentaran, ya estaban circulando las críticas al proyecto. En esta oportunidad Iniciativa México va acompañada de un “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia del Crimen Organizado”, que responde a la inquietud generada por cómo presentan los medios informativos la violencia organizada, haciendo parecer al sicariato como una ocupación envidiable en la cual corren ríos de dinero y caudales de impunidad, amén de que la nueva modalidad de transmitir las detenciones relacionadas con el narcotráfico, resulta en un “reality show” más, en el cual la gran mayoría de los detenidos obtiene su libertad en el corto plazo.
Muchos críticos sienten violentada la libertad de expresión cuando el Acuerdo propone romper el círculo vicioso en el que estamos, al convertir las notas informativas en capítulos de una verdadera apología de la violencia, dentro de un escenario propicio para la misma:
Por un lado exhortamos a los recién egresados de nivel técnico o licenciatura a procurar un oficio honesto y digno, apegado a la ley. Pero por el otro les negamos oportunidades de enseñanza superior o de trabajo, fomentando el engrosamiento de las filas de “ninis”, y su eventual ingreso a las redes del crimen.
Se exhorta a las familias a denunciar los hechos delictivos, aunque la realidad de la corrupción convierte la denuncia ciudadana en una ruleta rusa.
Nuestro sistema está plagado de contradicciones a todos los niveles, pero aún así se espera que la respuesta ciudadana se dé como si tales contradicciones no existieran.
Entonces algunas mentes incuban una idea que contribuya a romper ese círculo vicioso del periodismo actual, de “crimen-noticia-narcomensaje”, con miras a frenar el crecimiento de la delincuencia organizada.
Se les ocurrió a Salinas Pliego y a Azcárraga Jean, como se les pudo haber ocurrido a Pedro y a Juan. Eligieron este tema de urgente solución, como pudieron haber elegido cualquier otro.
Pero apenas se da a conocer el proyecto, les caemos encima con nuestra crítica feroz para desvirtuarlo sin acaso otorgarnos el beneficio de la duda. Debo confesar que históricamente me genera malestar el absurdo y hasta ofensivo dispendio que ambas televisoras hacen en la producción y transmisión de programas de un nivel cultural tan lamentable, que mantienen la mente ajena y la razón embotada. Me causa náusea que entronicen a Gloria Trevi convirtiéndola en paradigma de las niñas, o que pongan tan en alto a Laura Bozzo quien salió corrida de su natal Perú por su fatal desempeño y pésimo carácter. Pero así como he dicho esto, reconozco que Iniciativa México 2011 no es un mal proyecto.
Tradicionalmente en nuestro país hay pocos soldados rasos y muchos generales. Pocos emprendedores y muchos críticos, y todos hablamos a toro pasado como verdaderos expertos. Estamos acostumbrados a condenar sin proponer; a ver el lado negativo descartando el positivo; a hacer trizas en lugar de construir.
Vayamos siendo congruentes como ciudadanos: No te gusta Iniciativa México 2011, haz una propuesta mejor. Te enfocas a ver los negros del arroz, pues entonces come pasta. Nuestro país nunca va a salir adelante con críticas estériles, anónimas, sin fundamento, y sobre todo carentes del firme propósito de ofrecer una alternativa de solución.
Por una sola vez al menos, permitámonos el beneficio de la duda, y veamos qué podemos hacer por reproducir esta propuesta de comunicación. No para beneficio de las televisoras, ni para hacer cosquillas a Carlos Slim, sino para comenzar a atacar un problema por todos conocido, por todos sufrido. Un problema social que pone en riesgo de muerte a nuestros hijos cada día, en cada esquina, mientras ellos tratan casi en vano de vivir una vida que en algo se semeje a la existencia desenfadada que nosotros disfrutamos a plenitud cuando teníamos su edad.
Hablamos de la crisis de valores frente al panorama de la delincuencia organizada. De cómo ésta última está arrancando de tajo los sueños de nuestros niños, de cómo deja huérfanos, de cómo destroza el legado de nuestros abuelos. Se trata del México de todos, de la seguridad de todos, de la vida de todos. Al menos por esta vez ¡dejemos de criticar y pongámonos a trabajar!
Comencemos por nuestra casa, apagando la tele a la hora de la comida para conectarnos con nuestros hijos y charlar. Conozcamos qué les interesa, justo ahí empieza la dignificación de la persona, justo ahí se siembra la esperanza. Ese genuino interés en casa marca el inicio de la recuperación de nuestra desterrada paz social.
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