sábado, 2 de abril de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza. 3 de abril del 2011


ALGO MáS QUE  PALABRAS
Ha arrancado Iniciativa México 2011.  Por segundo año consecutivo las dos  principales televisoras nacionales se unen para lanzar una campaña que convoca y apuntala  proyectos de interés social. Y como suele suceder con  cualquier nueva propuesta, aún antes de que los directores de  Televisa y TV Azteca lo presentaran, ya estaban circulando las críticas al proyecto.  En esta oportunidad  Iniciativa México va  acompañada de un “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia del Crimen Organizado”, que responde a la inquietud    generada por cómo presentan los medios  informativos la violencia organizada,  haciendo parecer al sicariato como  una ocupación envidiable en la cual corren ríos de dinero y  caudales de impunidad,  amén de que  la nueva modalidad de transmitir  las detenciones relacionadas con el narcotráfico, resulta en  un “reality show” más, en el cual la gran mayoría de los detenidos  obtiene su libertad en el corto plazo.
   Muchos críticos sienten violentada la libertad de expresión cuando el Acuerdo  propone romper el círculo vicioso en el que  estamos, al convertir las notas informativas en capítulos de una verdadera apología de la violencia, dentro de un escenario propicio para la misma:
      Por un lado exhortamos a los recién egresados de  nivel técnico o licenciatura  a procurar un oficio honesto y digno, apegado a la ley.  Pero por el otro les negamos oportunidades de enseñanza superior o de trabajo, fomentando el  engrosamiento de las filas  de “ninis”, y su eventual ingreso a las redes del crimen.
   Se exhorta a las familias a denunciar los hechos delictivos, aunque la realidad de la corrupción convierte la denuncia ciudadana en una ruleta rusa.
   Nuestro sistema está plagado de contradicciones a  todos los niveles, pero aún así se espera que   la respuesta ciudadana  se dé  como si tales contradicciones no existieran.  
   Entonces algunas mentes incuban una idea que contribuya a romper ese círculo vicioso del periodismo actual,  de “crimen-noticia-narcomensaje”,  con miras a frenar el crecimiento de la delincuencia organizada.
  Se les ocurrió a Salinas Pliego y a Azcárraga Jean, como se les pudo haber ocurrido a Pedro y a Juan.  Eligieron este tema de urgente solución, como pudieron haber elegido cualquier otro.
  Pero  apenas se da a conocer el proyecto, les caemos encima con nuestra crítica feroz  para desvirtuarlo sin  acaso otorgarnos el beneficio de la duda.  Debo confesar que históricamente me genera malestar el absurdo y hasta ofensivo dispendio que ambas televisoras hacen  en la producción y transmisión de programas de un nivel cultural  tan lamentable, que  mantienen la mente ajena y la razón embotada. Me causa náusea que entronicen a Gloria Trevi convirtiéndola en  paradigma de las niñas, o que pongan tan en alto a Laura Bozzo quien salió corrida de su natal Perú por su  fatal desempeño y pésimo carácter.  Pero así como  he dicho esto, reconozco que Iniciativa México 2011 no es un mal proyecto.
   Tradicionalmente en nuestro país hay pocos soldados rasos y muchos generales.  Pocos emprendedores y muchos críticos, y todos hablamos a toro pasado como verdaderos expertos.  Estamos acostumbrados a condenar sin proponer; a ver el lado negativo  descartando el positivo; a hacer trizas en lugar de construir.
   Vayamos siendo congruentes como ciudadanos: No te gusta Iniciativa México 2011, haz una propuesta mejor.   Te enfocas a ver los negros del arroz, pues entonces come pasta.  Nuestro país nunca va a salir adelante con críticas estériles,  anónimas, sin fundamento, y sobre todo carentes del  firme  propósito  de ofrecer una alternativa de solución.
   Por  una sola vez al menos,  permitámonos el beneficio de la duda, y veamos qué podemos hacer por reproducir   esta propuesta de comunicación.  No para beneficio de las televisoras, ni para hacer cosquillas a Carlos Slim,  sino para comenzar a atacar un problema por todos conocido, por todos sufrido.  Un problema social  que pone en riesgo de muerte a nuestros hijos cada día, en cada esquina, mientras ellos tratan casi en vano de vivir una vida que en algo se semeje  a la  existencia desenfadada que nosotros disfrutamos a plenitud cuando teníamos su edad.
    Hablamos de  la crisis de valores frente al panorama de la delincuencia organizada.  De cómo ésta última está arrancando de tajo los sueños de nuestros niños, de cómo deja huérfanos, de cómo destroza el  legado de nuestros abuelos.  Se trata del México de todos, de la seguridad de todos, de la vida de todos. Al menos por esta vez ¡dejemos de criticar y pongámonos a trabajar!
   Comencemos por nuestra casa, apagando la tele a la hora  de la comida  para  conectarnos con nuestros hijos y charlar.   Conozcamos qué les interesa,  justo ahí empieza la dignificación de la persona, justo ahí se siembra la esperanza. Ese genuino interés en casa  marca el inicio  de  la recuperación de  nuestra  desterrada paz social.

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