Romance del año viejo
Tuve un minuto de gloria,
después comenzó la prisa
de correr todas las tardes
en busca de un nuevo día.
La angustia por el futuro,
las ocasiones perdidas,
las noches desperdiciadas
celoso de la otra orilla.
La vocación de ser puente,
la tentación de ser isla,
las rosas sacrificadas
entre buitres y gorilas.
Las fogatas peligrosas
que incendiaron encendidas
las esperanzas de tantos
para mostrarse exquisitas.
Las promesas que murieron
en mis labios, incumplidas,
las palabras importantes
gastadas en tonterías...
Así se fue consumiendo
mi existencia y hoy no brillan
mis ilusiones, se ahogaron
entre golpes y caídas.
¿Algo entendí? Que no sirve
ser esclavo de las iras
ni de ambiciones absurdas
despobladas y egoístas.
Ojalá que mi reemplazo
aprenda de mis cenizas
y no desperdicie auroras
pensando en sus agonías.
Que no se pierda en complejos,
en cóleras ni en rutinas,
que se lance a darlo todo
y apueste todas sus fichas.
Que no se oculte en el miedo,
que en esa cueva mezquina
no hay luz, no hay aire, no hay nada,
solo sombras fugitivas.
Que cuando al fin me haya ido
sepa reemplazar mis ruinas
con más amor, con más ganas,
sobre todo, con más vida.
-- JOSE LUIS MEJIA
jlmejia@gmail.com
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