…Porque si el mundo marcha, vuela el
Siglo,
y al que ve
para atrás, de fuerzas falto
le aplasta sin perdón, y así se venga
del que duda y adora en el vestigio.
Y sueña el clarín el toque de “Alto”
el ideal, la máquina; dentadas
ruedas y grúas, y rieles y engranajes;
calderas que soplan con pulmones
de duro acero; fraguas no soñadas
por Vulcano y sus cíclopes; blindajes
gruesos como paredes, y cañones
con enormes bocazas desdentadas;
chimeneas que dejaron chiquitita
la Torre de Babel; ríos de acero;
máquinas que hablan; lentes que sorprenden
al micro-ser que en lo invisible habita,
al igual que al lucero
cuyos fulgores en la altura prenden…
Y siglo y hombre, en su insaciable “quiero”
no ahitos de conquista,
violan del mar la entraña
y la víscera roen de la montaña
y en ese afán, en ocasión impío,
al levantar hacia el azul la vista,
lo quieren suyo en inaudita hazaña,
y que nada se niegue a su albedrío
ni nada les resista…
Nada, ¡Ni tú, Dios mío!,…
Fragmento del poema “Corazón y Cabeza”, de Esteban Maqueo Castellanos, publicado en su libro “Corazón y Cabeza. Byron después
de la Orgía. Dos poemas”, 2ª edición, Talleres Tipográficos de Pablo
Rodríguez, México, D.F. 1905.
Sorprende la lucidez del poeta para adelantarse
en el tiempo y hablar de manera puntual cien años antes, de lo que hoy es una
realidad lacerante, el daño a nuestro planeta.
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