ÁNGELES Y
DEMONIOS
Uno de los grandes
conflictos del mexicano de hoy es la
desconfianza en las instituciones, llámense familia, iglesia, escuela o sistema de gobierno.
Como un rebote muy negativo de nuestra
inserción en el mundo globalizado a partir del TLC, se generó un efecto
“dominó” que hizo que importantes valores morales se vinieran abajo.
Comenzó a operar en nuestro inconsciente
colectivo el concepto de que la valía del
individuo radica en su capacidad económica, aunque claro, es algo
impronunciable dentro de nuestra sociedad, tan cuidadosa de las formas.
Tras
ese resquebrajamiento de instituciones tradicionalmente sólidas, sobreviene una
crisis de fe que nos vuelve recelosos y suspicaces. Para ejemplo baste decir
que la tragedia recién acontecida en la Torre B de Pemex esta semana, para
gran parte de usuarios de redes sociales se habrá debido a
cualquier causa, menos a un accidente.
Esas enormes carencias en el rubro de la fe,
nos convierten en campo fértil para un
sinfín de charlatanes, que sacan ventaja. Un claro ejemplo es la existencia por
años de una secta recién desmantelada, que se hacía llamar “Defensores de
Cristo”, conformada por catorce extranjeros y diez mexicanos, quienes al
momento de su detención enfrentaban
cargos por secuestro; inducción a la prostitución; abuso sexual de menores;
trata de personas y tráfico de órganos.
Investigando un poco acerca de este grupo
delictivo, resulta que estaba liderado por Ignacio González De Arriba, quien se
hacía llamar “Maestro Fénix”, un español
que huyó de su país natal por fraude, e ingresó a México con visa de turista en
el 2006.
Sus cómplices son el venezolano José
Losanger Arenas y el boliviano Guillermo Rodrigo Bell, también turistas. Inicialmente establecieron en la ciudad de
Torreón la “Universidad de la Bioprogramación”, en cuyas aulas impartían cursos
motivacionales para quitar el dolor, mejorar la comunicación y elevar la
autoestima, y de ahí enganchaban a los que según ellos identificaban como “iluminados”
proponiéndoles hacer un doctorado en metafísica teológica, con un costo de
$180,000 pesos. Puesto que difícilmente los aspirantes tenían esa suma de
dinero, los iban envolviendo hasta obligarlos a la prostitución y a la servidumbre para
pagarla.
Habrá qué investigar cómo es que extranjeros
con visa de turista establecieron un plantel educativo y cobraron sumas
exorbitantes. Nosotros, mexicanos de a pie, para abrir una escuela, tendríamos
que vivir un vía crucis de trámites, primero ante Relaciones Exteriores para el
acta constitutiva, luego ante la SEP para,
después de varias vueltas,
obtener el reconocimiento oficial, y finalmente ante el SAT para ser dados de alta como
contribuyentes. Difícil de entender cómo lo lograron ellos, y más aún en su
calidad de turistas, y conste que no lo digo por recelo ni por suspicacia hacia
nuestras instituciones.
Pero en fin,
no les duró mucho el gusto, y por incumplimiento del contrato de
arrendamiento del local que albergaba la “universidad” salieron huyendo de
Torreón para venir a asentarse en un predio en la carretera Monterrey-Nuevo
Laredo, donde establecieron su comuna dentro de la cual eran retenidas personas
en contra de su voluntad, se inducía a la prostitución, se abusaba sexualmente
de menores, y se ejercía la Medicina sin título. Incluso hay una demanda por tráfico de
órganos, pues un miembro fue orillado a vender un riñón para pagar a la secta
lo que debía.
La publicidad que aparece en su página web se
orienta a: Dinero; milagros médicos; desempeño sexual; reconocimiento; luz,
magia y poderes. Las frases utilizadas
para atraer son algo así como:
-
“Yo soy la reencarnación de Cristo”
-
“Hágase rico con mi dinero” (Revolución Forex)
-
“Para que seas un dios en el sexo”
-
“Las lesbianas son muy agradables a los ojos de
Dios”
-
“Yo te daré magia y poderes”
-
“Compartiré contigo las grandes verdades”
-
“Somos hermanos de la luz”
-
“¡Que Dios te bendiga, hermano mío!”
Palabras más, palabras
menos, esta agrupación apelaba a las necesidades básicas de todo ser humano en
crisis: Resolver milagrosamente la enfermedad y la muerte; enriquecerse de
manera mágica; volverse irresistible en la esfera sexual; ser reconocido y
aceptado tal como es, y librarse del sufrimiento.
Dado que su fundador se hace llamar la
reencarnación de Cristo, privilegiada la
mujer que fuera llamada a su lecho, o al de los “apóstoles”, asunto que derivó en mayúscula promiscuidad, ahora sí que de “todos y todas contra todos y todas”.
En su publicidad se habla de ángeles, de
fuerzas metafísicas, de brujería, y ¡vaya! hasta de hadas, magia y
ocultismo.
En una crisis la negación nos lleva a oír solamente
lo que queremos oír, aún fuera de toda lógica: “¡Que Dios te bendiga, hermano
mío!” contrasentido a todas luces absurdo con el que este grupo delictivo se la
pasó enriqueciéndose a través de la venta de ilusiones.
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