domingo, 3 de febrero de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


ÁNGELES Y  DEMONIOS
Uno de los grandes conflictos del mexicano de hoy  es la desconfianza en las instituciones, llámense familia,  iglesia, escuela  o  sistema de gobierno.
   Como un rebote muy negativo de nuestra inserción en el mundo globalizado a partir del TLC, se generó un efecto “dominó” que hizo que importantes valores morales se vinieran abajo.
   Comenzó a operar en nuestro inconsciente colectivo  el concepto de que la valía del individuo radica en su capacidad económica, aunque claro, es algo impronunciable dentro de nuestra sociedad, tan cuidadosa de las formas.
    Tras ese resquebrajamiento de instituciones tradicionalmente sólidas, sobreviene una crisis de fe que nos vuelve recelosos y suspicaces. Para ejemplo baste decir que la tragedia recién acontecida en la Torre B de Pemex esta semana, para gran  parte de  usuarios de redes sociales se habrá debido a cualquier causa, menos a un accidente.
   Esas enormes carencias en el rubro de la fe, nos convierten  en campo fértil para un sinfín de charlatanes, que sacan ventaja. Un claro ejemplo es la existencia por años de una secta recién desmantelada, que se hacía llamar “Defensores de Cristo”, conformada por catorce extranjeros y diez mexicanos, quienes al momento de su detención  enfrentaban cargos por secuestro; inducción a la prostitución; abuso sexual de menores; trata de personas y tráfico de órganos.
   Investigando un poco acerca de este grupo delictivo, resulta que estaba liderado por Ignacio González De Arriba, quien se hacía llamar “Maestro Fénix”,  un español que huyó de su país natal por fraude, e ingresó a México con visa de turista en el 2006.
   Sus cómplices son el venezolano José Losanger Arenas y el boliviano Guillermo Rodrigo Bell, también turistas.  Inicialmente establecieron en la ciudad de Torreón la “Universidad de la Bioprogramación”, en cuyas aulas impartían cursos motivacionales para quitar el dolor, mejorar la comunicación y elevar la autoestima, y de ahí enganchaban a los que según ellos identificaban como “iluminados” proponiéndoles hacer un doctorado en metafísica teológica, con un costo de $180,000 pesos. Puesto que difícilmente los aspirantes tenían esa suma de dinero, los iban envolviendo   hasta obligarlos a  la prostitución y a la servidumbre para pagarla.
   Habrá qué investigar cómo es que extranjeros con visa de turista establecieron un plantel educativo y cobraron sumas exorbitantes. Nosotros, mexicanos de a pie, para abrir una escuela, tendríamos que vivir un vía crucis de trámites, primero ante Relaciones Exteriores para el acta constitutiva, luego ante la SEP para,  después  de varias vueltas, obtener el reconocimiento oficial, y finalmente  ante el SAT para ser dados de alta como contribuyentes. Difícil de entender cómo lo lograron ellos, y más aún en su calidad de turistas, y conste que no lo digo por recelo ni por suspicacia hacia nuestras instituciones.
   Pero en fin,  no les duró mucho el gusto, y por incumplimiento del contrato de arrendamiento del local que albergaba la “universidad” salieron huyendo de Torreón para venir a asentarse en un predio en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, donde establecieron su comuna dentro de la cual eran retenidas personas en contra de su voluntad, se inducía a la prostitución, se abusaba sexualmente de menores, y se ejercía la Medicina sin título.  Incluso hay una demanda por tráfico de órganos, pues un miembro fue orillado a vender un riñón para pagar a la secta lo que debía.
   La publicidad que aparece en su página web se orienta a: Dinero; milagros médicos; desempeño sexual; reconocimiento; luz, magia y poderes.   Las frases utilizadas para atraer son algo así como: 
-          “Yo soy la reencarnación de Cristo”
-          “Hágase rico con mi dinero” (Revolución Forex)
-          “Para que seas un dios en el sexo”
-          “Las lesbianas son muy agradables a los ojos de Dios”
-          “Yo te daré magia y poderes”
-          “Compartiré contigo las grandes verdades”
-          “Somos hermanos de la luz”
-          “¡Que Dios te bendiga, hermano mío!”
Palabras más, palabras menos, esta agrupación apelaba a las necesidades básicas de todo ser humano en crisis: Resolver milagrosamente la enfermedad y la muerte; enriquecerse de manera mágica; volverse irresistible en la esfera sexual; ser reconocido y aceptado tal como es, y librarse del sufrimiento.
   Dado que su fundador se hace llamar la reencarnación de Cristo,  privilegiada la mujer que fuera llamada a su lecho, o al de los “apóstoles”,  asunto que derivó en  mayúscula promiscuidad, ahora sí que  de “todos y todas  contra todos y todas”.
   En su publicidad se habla de ángeles, de fuerzas metafísicas, de brujería, y ¡vaya! hasta de hadas, magia y ocultismo. 
   En una crisis la negación nos lleva a oír solamente lo que queremos oír, aún fuera de toda lógica: “¡Que Dios te bendiga, hermano mío!” contrasentido a todas luces absurdo con el que este grupo delictivo se la pasó enriqueciéndose a través de la venta de ilusiones.

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