domingo, 1 de junio de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

BULLYING: EL SÍNTOMA
A raíz de la muerte de un escolar de 12 años en el estado de Tamaulipas, el tema del bullying ha comenzado a ocupar titulares, agendas, escritorios, discursos y presupuestos.  En menos de dos semanas diversas dependencias oficiales surgen con iniciativas que, innegable, llevan la mejor de las intenciones, pero si no se planifican de manera integral, con un enfoque científico riguroso, estarán condenadas al fracaso.
A  la obesidad infantil y  a la tasa de nacimientos por cesárea, rubros en los que ocupamos un nada honroso primer lugar mundial, ahora se agrega el acoso escolar, mal en el que vamos a la cabeza entre los países miembros de la OCDE.  México es el país que prácticamente ha duplicado los casos de acoso escolar en los últimos tres años.
El problema obliga a emprender una seria investigación de fondo, con ganas de resolverlo.  No va a ser tarea cómoda ni sencilla para ninguno, pero es un asunto que requiere atenderse con urgencia.
Como sucede con una úlcera que aparece en el pie del diabético, el  bullying es el síntoma, no la enfermedad.   Y  así como no se resuelve el problema del diabético atendiendo la úlcera sin dar tratamiento integral al enfermo, no  pretendamos resolver el acoso escolar sin evaluar las causas  subyacentes que han llevado a que el malestar general de una sociedad se manifieste de esta manera.
En Pediatría hay una máxima que establece que en  muchos casos el niño enfermo es la expresión de una patología familiar. El acoso escolar parece cumplir con este principio.
El salario mínimo actual no alcanza a cubrir el costo de la canasta básica. Una familia necesita al menos dos o tres salarios mínimos para sacar adelante   las necesidades del hogar, por ello  en muchas familias las personas adultas permanecen fuera  de casa gran parte del día.   Al llegar a casa el cansancio y  la angustia hacen lo suyo, alterando la dinámica familiar en grados y modos variables.  Por su parte los hijos pasan solos gran parte del día, lo que termina de preparar el caldo de cultivo.
Ese malestar que existe dentro del hogar se expresa afuera, quizás en la escuela.
En los últimos años nuestros gobernantes pretenden convencernos con palabras de lo que no  palpamos en los hechos, esto es algo que ahora entendemos, en  gran medida  porque tenemos más acceso a las fuentes de información, y no nos quedamos  limitados al discurso oficial. Esta capacidad analítica  nos deja claro que los gastos ya de suyo exorbitantes de la cúpula social se multiplican hasta el absurdo, como si la función pública se hubiera convertido en una afortunada empresa particular  Y  por el otro lado, ese trabajador que ya venía sufriendo limitaciones en la cobertura de sus necesidades básicas, ahora  está obligado a  recortarlas aún más.
Hay gastos de ornato cuando urgen inversiones en salud, alimentación, educación y seguridad.   Hay viajes de comparsa a Europa que no debieron autorizarse, cuando no se han resuelto los grandes problemas de infraestructura básica y vialidad. Hay inseguridad y violencia en las calles, corrupción e impunidad,   junto a cuentas alegres respecto a las víctimas del delito y  los casos de tortura.
En el diabético, si la enfermedad de fondo no se resuelve, podremos llegar a  amputar el pie ulcerado, y la enfermedad comenzará en el pie opuesto, o en  otra parte del cuerpo.
Para el acoso escolar, si el  conflicto social no se aborda en su conjunto de manera seria, no  habrá visos de solución. La SEP puede normar procedimientos, pero no son estos los que van a  terminar con el problema.
El bullying me recuerda el formato de las tragedias griegas: Dos fuerzas antagónicas en el foro, un coro que hace segunda al héroe (en este caso, en un escenario de antivalores, el héroe es el buleador).  Y abajo la gran masa de espectadores.
El acoso escolar es tan solo un signo que nos avisa que  urge actuar directo y a la raíz. Dispuestos los ciudadanos a dejar de ser esa gran masa indiferente que solo observa, calla y  si algo hace, es señalar a la distancia.
Tratando de desmadejar el asunto: Hay un creciente malestar social; el  acoso escolar es síntoma de ello. Hay inconformidad en el modo como se utilizan  nuestros impuestos como ingrediente base en el caldo de cultivo.  

Necesitamos sacudirnos esa tibieza  crónica para comenzar a exigir, pero por primera vez en la historia, tenemos que  hacerlo todos en conjunto.  Asumir que el país es nuestro, y  que conocer y evaluar cómo se administra nuestro privilegio, y que estamos en condición de exigir cuentas claras y sanciones para los malos manejos…. De no hacerlo corremos el riesgo de  caer en un coma irreversible.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario