domingo, 6 de diciembre de 2015

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Entre las cosas que recuerdo siempre existen momentos en los que hubo más que algo material, un contacto humano sincero y desinteresado.

Puedo recordar con gusto algunos regalos, pertenencias que he tenido y disfrutado y que por supuesto agradezco a Dios por haber sido generoso en brindarme los satisfactores necesarios para vivir y mucho más que eso.

Pero lo que realmente me hace estremecer no se encuentra en ningún bien material que haya poseído, sino en un abrazo, en palabras que han calado hondo en mi corazón, en una mirada de amor, o de consuelo...

...En la convivencia con la familia y con amigos entrañables, en el logro de una anhelada meta de superación personal.

Lo que me hace vibrar de emoción es haber tomado una decisión de unir mi vida a un hombre... la llegada de mis hijos a este mundo, recordar el tiempo de niños con juegos sencillos que no requerían artefactos costosos, los paseos por el parque, domingos en la matinee con mi padre, el reconfortante sabor de un hogar donde siempre hubo una madre que por mi velara, la llegada del hermano a casa en vacaciones, mi primer día vestida con uniforme de médico, los días de fiesta con la abuela en donde se reunían tantos afectos que no cabían en el pecho, las incontables noches de estudio entre nervios y risas con mis compañeros de la facultad, amigos que conservo hasta estos días, y recientemente el haber estado en un escenario como el de Bellas Artes.

Las ocasiones que quedan filtradas a través del tiempo en mis recuerdos y que logran agitar mi corazón son incontables, pero tienen un común denominador, son emociones invaluables que no se pueden adquirir en tienda alguna, que no desgastan sino por el contrario nos proveen de fortaleza, dan crecimiento espiritual.

Definitivamente lo que realmente vale en la vida, cuesta solamente el saberlo apreciar.

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