No pretendo con ello decir que dejemos pasar la ocasión sin pena ni gloria, porque estas fechas siempre nos dejan huella en los corazones, para bien o para mal, así que el esfuerzo debe ser hecho para que nos deje algo imperecedero y hermoso, dentro de lo que esté a nuestro alcance para hacerlo de verdad una noche buena, donde quizá no tengamos a todos los que quisiéramos físicamente cerca, entonces tratar de unirnos por los medios que dispongamos, y si no fuera posible, desear entonces que donde quiera que estén se encuentren bien, pero si además alguno de ellos, que nunca falta, está pasando por una mala racha, pedir porque tenga una tregua y dónde y con quién refugiarse al abrigo del afecto.
La magia de la Navidad no se reduce a una fecha ni tampoco queramos tener en una sola ocasión todo lo que anhelamos, es noche para dejar aflorar nuestros mas íntimos anhelos, para hacer patente nuestro cariño, para llenar el corazón de esperanzas y si bien la fecha es impostergable, que no lo sea la decisión de trasladar a otros tiempos, a un día cualquiera, la posibilidad de vivir con la misma intensidad y emoción el encuentro con nuestros seres queridos.
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