domingo, 29 de mayo de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

“COBIJAS” Y LA ESPIRAL DE VIOLENCIA
Sucedió en la ciudad de Guanajuato, pero igual podría suceder en cualquier otra ciudad de México. Un grupo de jovencitos golpean a un indigente, hacen mofa de él y le vacían encima un bote de pintura, ¿el motivo?: “Una broma como las que salen en redes sociales y en la televisión”.   Ahora estos mismos adolescentes refieren haber recibido amenazas de muerte por diversos medios, algo factible, dada la flamígera forma de reaccionar de algunos ante hechos similares.
   El surgimiento de la Internet con los fenómenos que conlleva es materia de estudio para los especialistas.  Este recurso, que resulta muy nuevo para la historia de la raza humana desde que aparece la necesidad de comunicarse, no deja de darnos sorpresa tras sorpresa, y de alguna manera se convierte en el monitor del estado  emocional del mundo, máxime en estos tiempos  cuando el concepto de “Aldea Global” ha uniformado percepciones y actitudes de grupos humanos antes tan disímiles, a lo largo y ancho del mundo.
   Sistemas primitivos como la denominada “telegrafía acústica” llevada a cabo con tambores, o en nuestros pueblos de origen mediante caracoles; las llamadas a voz sonora de un sitio  a otro, o bien los avisos mediante mensajeros fueron quizá las primeras formas organizadas de comunicación, que hallaron su definitivo mayor avance con el surgimiento de la imprenta en la Alemania del siglo quince, lo que fue desplazando la artesanal labor de escribanos y copistas, que se llevaba a cabo con singular  maestría en los monasterios del Medioevo europeo.
   Damos un brinco en el tiempo hasta los inicios de los sistemas automatizados de comunicación a distancia entre los que van apareciendo el teléfono con toda la magia que implicaba poder escuchar la voz humana a la distancia; el fax, en su momento algo maravilloso que transmitía un escrito en papel con absoluta fidelidad a muchos kilómetros de distancia, inclusive de un lado a otro del Atlántico… Eventos que para un niño de pecho actual no generan mayor asombro, para quienes de alguna manera los vimos nacer –como es el caso del fax—representaron algo increíble.
   Llega entonces la computación, con su primer sistema que requería programadores para alimentar aquellas enormes máquinas que llegaban a ocupar espaciosos recintos, hasta la actual comunicación tan portátil como un teléfono móvil del tamaño de una galleta, lo que genera un fenómeno de hipercomunicación con sus propios demonios.  La fórmula es muy simple, colocamos un adolescente con una familia medianamente integrada, le damos un adminículo de comunicación, un grupo de amigos y la absoluta libertad para utilizar su tiempo.  A este joven sus modelos a seguir se los proporciona “la tele” o Youtube, a los que incursiona por su cuenta, pues no hay ningún adulto cercano que lo asesore.  Uno y otro medio están pletóricos de “bromas” con una carga de agresividad y otra de erotismo muy marcadas, “porque es lo que vende”, expresión que le escuché utilizar a un ejecutivo de alto nivel de estos medios.   Como nos hallamos sumidos en el Capitalismo desquiciante, y la consigna es vender, así se tenga que poner en venta la progenitora, por supuesto que generar productos que tuerzan la conducta de un adolescente solo y desorientado, no da pie a contemplaciones.  Y si los padres no actúan –me atrevo a suponer que, en primera instancia porque ni enterados están—mucho menos  lo harán los propios medios cuya consigna es producir dinero.
   Vaciarle una lata de pintura al “Cobijas”, indigente guanajuatense al que además golpearon, y del cual se mofaron tiene muchas implicaciones: Hacerlo en grupo; atacar a una persona que no se puede defender;
actuar con violencia; no respetar el trato digno que todo ser vivo merece; tomar video para subirlo al Facebook… Todos y cada uno de estos elementos merecen un análisis detallado acerca de la autoestima de los propios “chavos” preguntándonos si será ésta la única forma  en su imaginario para sentir que valen.  ¿Por qué la violencia, sobre todo grupal contra una persona desvalida? ¿Lo  conceptualizaron como un objeto más del panorama urbano, como un tambo o  un poste de la luz que se puede patear? ¿Qué –en su momento sintieron—les da derecho a actuar como lo hicieron? ¿Cuál era su necesidad de armar este ataque para subirlo a Facebook? ¿No sabrán hacer algo mejor con su tiempo y con su vida?... Y así quedan diversas cuestiones a ser analizadas y resueltas por toda la sociedad.  Esta conducta aislada finalmente es un foco rojo para  cada uno de nosotros, mexicanos.

   Una última pregunta, a título personal: ¿Seguimos como vamos, o actuamos para modificarlo pero de ya, comenzando primero por nuestro propio hogar? Porque eso sí, una cosa es clara, México se nos está yendo de las manos.

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