En este 12 de junio, en la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2016 |
Cosette, personaje de "Los Miserables" de Víctor Hugo, en un dibujo a lápiz de Emile A. Bayard |
Otras veces los vemos como ardillitas atravesando los peligrosos cruceros de un lado al otro, para acomodar aquella mercancía. No hacerlo puede equivaler a irse a la cama sin probar bocado, o --en el peor de los casos-- se traduce en azotes de mano de su cuidador, que descarga sobre aquella tierna piel que llama a las caricias, el dolor añejo de la ignorancia, de la pobreza, de la falta de oportunidades.
Ellos no van a la escuela, no tienen permiso para jugar ni para reír, aunque secretamente lo hacen entre ellos, cuando nadie los mira. De muy pequeños tal vez hayan sido bebés de las "marías" que se colocan en los cruceros para llamar a la conmiseración y obtener unos cuantos pesos que más delante entregan a su explotador. Estos chiquitos no saben que tienen derecho a una infancia feliz; hasta donde alcanzan a comprender, es un derecho que no les pertenece.
Un México falto de equidad al extremo ridículo, un cinismo grosero, un saqueo insaciable, sistema en el que unos cuantos, que han tomado posesión de los bienes de la nación derrochan lo que no es suyo, mientras que a otros que son pequeños y pobres no les queda más que apretar los dientes, aunque ni así logran evitar que rueden por su cara amargas lágrimas de desesperación.
Hoy celebra la ONU el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En cifras de dicho organismo internacional hay alrededor de 215 millones de niños trabajando en el mundo. Más de la mitad de ellos lo hace en ambientes de elevado riesgo, muchos en actividades relacionadas con el tráfico de drogas y la prostitución. Tal vez siendo explotados, viviendo como esclavos, para trabajar hasta 16 horas al día por una mísera paga.
Saberlo no es suficiente, llorarlo tampoco. Nos toca actuar para romper esos terribles círculos malignos, con valentía, con inteligencia, con mucho amor. Por nuestros niños, por su derecho de gozar una infancia feliz y con futuro, un derecho que es suyo desde el momento de la concepción.
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