domingo, 17 de julio de 2016

"Dios sabe sus tiempos" por Germán Wong Millán

La excelencia de un ser humano se prueba en los momentos más difíciles, en los que a través de un solo acto se hace patente en forma extraordinaria la formación humana de toda una vida.  
   Raúl y Edilia han sido un ejemplo de fortaleza, de paciencia y de generosidad en su proceso de espera de un órgano para ser trasplantado a Edilia. A muchísimos kilómetros de distancia de su familia, en un pequeño departamento, compartiendo como novios el pan y la sal, viviendo el momento presente en la gran urbe que les prometía la restauración de la salud cuando hubiera un órgano compatible para ser trasplantado.  
   Un día  apareció el órgano esperado, y con él la toma de una decisión muy difícil: Ese órgano podía ser utilizado por ellos, o por un enfermo que lo necesitaba aún más... En un acto único de amor a la vida y de fe en el Altísimo ellos decidieron dar al otro enfermo el urgente regalo de vida, y seguir en la mansa espera, ¿cuánto tiempo?, difícil saberlo, pero aquello para ellos  pareció quedar en segundo término.  Los imagino cerrando los ojos, uniendo sus manos y poniéndose una vez más en manos del Creador, con la confianza con que un niño pequeño  se abandona en brazos de su padre...
   No dudo y se me enojen Raúl y Edilia por haber dado a conocer esa renuncia tan íntima de su parte a favor de un desconocido con el que les hermanaba nada más que la misma angustiosa espera.  Sin embargo son estos actos los que nos permiten a los demás seguir creyendo que es la mano de Dios la que mueve al mundo.  Así que, mis queridos Raúl y Edilia, es algo que no podría haber callado.
   Aquí un texto de un colega médico, escrito el 29 de junio, cuando  el milagro finalmente  llegó para ellos, y el trasplante pudo llevarse a cabo.

Raúl y Edilia llegando a su departamento después del trasplante.  Los acompaña su hija Paulina.

DIOS SABE SUS TIEMPOS por el Dr. Germán Wong Millán.
Ciudad de México. 6 de Julio del 2016.
Hoy en la mañana que desperté, pensé que había soñado recibir una llamada telefónica en que me daban una excelente noticia.Ya que me despabilé, me di cuenta que no estaba soñando y que era verdad: me había hablado Raúl Campa para informarme que Edilia ya había sido trasplantada y que se encontraba bien. Hacía mucho, mucho tiempo (no recuerdo cuánto), que no recibía una buena noticia de este calibre. Me dio tanta alegría que se lo comuniqué a mis hijos, los cuales también se sienten felices, y para desahogar la alegría que todavía tengo, sentí la necesidad de escribir este mensaje.
   Fue una espera larga, y a la vez tensa, porque ignorábamos el momento en que se darían las condiciones para el trasplante, y la incertidumbre hacia más pesada la espera. Pero al fin llegó el momento, que fue cuando Dios lo dispuso, pues él sabe sus tiempos.
   Lo que pasa es que a nosotros nos cuesta trabajo entenderlos y esperarlos, pero al fin llegó y Dios nos manifestó otro de sus milagros diarios.
   Sabemos que aún falta camino, y más como médicos sabemos que el postoperatorio es importantísimo, pero sabemos que Dios no va a dejar su obra a medias.Todo va a concluir bien.Y este periodo de espera es menos tenso que antes del trasplante, aquí ya sabemos fechas aproximadas de recuperación; ya se ve la otra orilla, y por fin volver a la tierra y a la casa que tanto extrañan.
   Ayer en la noche recibí la llamada de Raúl, y un día previo, como todos había pedido por la salud de Edilia y "que su trasplante llegara pronto y que saliera bien", sin imaginarme que cuando pedía eso ya había sucedido.
   Pienso que Cristo se ha de haber reído de mi, y sonriendo me hubiera dicho: "¡Qué atrasado de noticias estás, eso que me estas pidiendo desde cuando que se los concedí!"
   Raúl y Edilia, lo más pesado (la incierta espera) ya pasó. Hay que exagerar los cuidados postoperatorios para que la recuperación sea pronta y completa.
   ¡FELICIDADES!

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