domingo, 4 de septiembre de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CONFIANZA CIUDADANA
Cuando esto escribo voy saliendo de un procedimiento diagnóstico bajo anestesia, y durante el camino a casa vengo cocinando en mi estufa mental el tema para la colaboración de este domingo.  Inicialmente pensaba hablar, para no quedarme fuera de contexto, del lamentable caso de la visita de Donald Trump a México, y todas las implicaciones políticas y socioeconómicas que  conlleva, pero como ya todo está dicho sólo agregaré algo que me llama la atención: La similitud que guarda la actitud del ejecutivo federal con los casos de  Síndrome de Estocolmo, esa  simpatía que desarrolla el secuestrado por su secuestrador, al grado de defenderlo y apoyarlo.  Sobre el tema que finalmente hay mucho escrito, lo parecido que es la actitud de nuestro presidente con el de los secuestrados que desarrollan admiración por el poderío demostrado por el criminal que los priva de su libertad. Y digo nuestro presidente y no nuestro gobierno, porque acaba de saberse que la titular de la SRE ni enterada estaba de la reunión entre EPN y Trump en la que el candidato republicano ganó puntos y nuestro presidente los perdió de manera por demás lamentable.
   En fin, el procedimiento endoscópico y anestésico al cual acabo de ser sometida me lleva a analizar de manera muy directa el concepto de “confianza”.  Yo como paciente  tengo plena confianza en los médicos tratantes, en su diagnóstico, en la  destreza manual del endoscopista para realizar el estudio, en los conocimientos farmacológicos del anestesiólogo para sedarme, y en un dado caso, en la capacidad de todo el personal a cargo para resolver cualquier complicación que pueda surgir.   Claro, yo firmo un consentimiento informado, de todas formas la clave fundamental en toda esta interacción es la confianza. 
   De igual manera, hablando de confianza, podemos establecer que en las diversas interacciones, desde las más insignificantes hasta las más complejas, la palabra “confianza” es la piedra angular.  Dentro del matrimonio los esposos confían uno en el otro en todos los sentidos, y cuando esta confianza se quebranta, las cosas jamás vuelven a ser las mismas que antes de la ruptura.  Los hijos confían en los padres, en su amor, en su capacidad para asistirlos y guiarlos.  Pocas responsabilidades son del tamaño de la que implica el cuidado de los menores a nuestro cargo, hasta que están en condiciones de valerse por ellos mismos.
   La confianza es la moneda de cambio en las relaciones comerciales en las que, amén de las comprobaciones matemáticas que al caso vengan, existe una base de confianza entre comprador y vendedor que vuelve expeditas las mutuas interacciones.  El comprador confía en la cantidad y la calidad de la mercancía a comprar, y el vendedor confía en que su contraparte  cumplirá con el pago conforme a lo que quedó establecido entre ellos.
   De modo similar a lo anterior, confían los padres de familia en las autoridades educativas, de modo de entregar a sus hijos para ser educados por el sistema.
   Regresando pues, al desempeño que nuestros gobernantes, entendemos que la confianza es lo que más se ha perdido.  La costumbre inveterada de decir una cosa y hacer otra muy distinta, faltando a su palabra una vez sí y otra también, nos ha vuelto a los ciudadanos suspicaces.  Ya no creemos lo que nos cuentan, e incluso andamos buscando la trampa que puede haber en cada declaración oficial, como ha sido con los casos de la gasolina, la energía eléctrica, o la estabilidad de nuestra moneda, por citar algunos. 
   Cuando tomamos entre las manos el “caso México”, tiene tantas aristas que no hallamos por dónde abordarlo.   Hay corrupción, inseguridad, falta de transparencia.  Hay francas mentiras, hay descarado cinismo, abuso de autoridad, y por ende se viene generando  mucha falta de confianza.   Mientras no se resuelvan éstas poco podemos hacer por ir sacando a flote los problemas.
   Quizá uno de los casos más emblemáticos con relación a la confianza ciudadana fue aquél de Lázaro Cárdenas, cuando convocó a la población en general a aportar algo de sus posesiones para tratar de completar lo necesario para liquidar a las petroleras extranjeras lo que se les debía, y consolidar  la Expropiación Petrolera. 
   Dentro de otras muchas cualidades hoy nos hace falta a todos los ciudadanos retomar la confianza como un requisito que me pone en condiciones para dejar que otro tome control de lo mío propio, y a la vez, que quien este control toma,  sepa responder a esa confianza, manejándose de modo de cuidar los bienes ajenos como si fueran propios.
   Estamos a muchas leguas de distancia, pero como todo, esa distancia comienza a zanjarse con el primer paso en la dirección correcta.

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