NUESTRA TIERRA, NUESTRA EXISTENCIA
Hoy celebramos el Día de la Tierra. Esta última palabra así
con mayúscula, para denotar la personalidad de nuestro planeta, a quien tanto
la gramática como nuestra irresponsabilidad han defenestrado. Hemos sido testigos de los terribles daños provocados por la
contaminación del aire, del agua, del propio suelo. A últimas fechas conocemos el desastre de los desechos plásticos que van
a dar a los mares y océanos. Este tipo de residuos afectan particularmente a
las especies marinas, causando daños estructurales, enfermedad y muerte. A través de diversas investigaciones se ha
documentado una isla de desechos plásticos en el Pacífico Sur, con una
extensión equivalente al tamaño de la
República Mexicana.
Un problema que se ha incrementado en los últimos lustros: Los
daños provocados a las colonias de abejas por causa de plaguicidas. Al mermar el número de individuos que
polinizan en forma natural, las cosechas disminuyen. El costo para suplir esa función de las
abejas mediante métodos artificiales tiene un
costo muy elevado, que va a repercutir en el bolsillo del consumidor.
El Calentamiento Global es una dolorosa realidad.
Las predicciones de Al Gore se vienen cumpliendo puntualmente, aun cuando
personajes como Donald Trump insistan en
aseverar que no existe. Vemos cómo
especies árticas se ven amenazadas y podrían extinguirse, al desaparecer las
condiciones de la tundra que mantienen la cadena alimenticia. Las imágenes de osos famélicos que deambulan
desorientados a lo largo de las placas de hielo, o que hurgan contenedores de
basura, son terribles. Hay algo que no
estamos visualizando con la debida seriedad respecto al derretimiento de los
polos; El problema no topa en que dejemos de ver osos blancos en su hábitat
natural. Aparte del daño a las especies vivas, el derretimiento de los
casquetes polares elevará el nivel de agua de los océanos, con los consecuentes
riesgos para habitantes de las zonas tropicales de todo el mundo.
La Tierra (con mayúscula) es un ente que da vida y la
sostiene, y que a la vez resulta modificado por las acciones de sus pobladores,
en particular de nosotros los humanos.
Hemos vivido en la creencia de que el planeta siempre va a estar ahí
para nosotros. Nos ha faltado
dimensionar la forma cómo los pequeños daños individuales de cada uno de
nosotros, terminan generando un problema mayúsculo para el suelo; el aire que
respiramos; el agua que consumimos; las especies vegetales que cosechamos; los
animales a partir de los cuales producimos bienes de consumo. Cada vez que arrojamos un papel a la vía
pública, que utilizamos popotes de plástico, que privilegiamos el uso de
envases de polietileno, estamos perjudicando más al planeta. Parece que no estamos ni cerca de imaginar las graves consecuencias que nuestros actos
están provocando.
En Sudáfrica se ha impuesto una realidad que más delante padeceremos
el resto de los habitantes del planeta:
Ciudad del Cabo tiene una severa escasez de agua. En febrero de este año se
notificó a sus habitantes que las reservas alcanzarían solamente para 3 meses, mismos que
se cumplen en mayo, en lo que han dado
por llamar el “Día Cero”. De esta forma
fue como limitaron la dotación de agua por habitante a 50 litros diarios, que se han ido reduciendo a 25 litros conforme se acrecienta la escasez.
La creatividad de los sudafricanos se ha echado a andar para reciclar y aprovechar hasta la última gota del vital
líquido.
Los inodoros tradicionales utilizan por descarga un promedio
de 16 a 24 litros de agua, según el
modelo. Hay nuevas opciones que buscan
ahorrar agua, está el sistema dual que permite al usuario elegir el volumen
grande o pequeño de agua por descarga, y el modelo ahorrador que utiliza menos de 5
litros. De igual manera, en una ducha
podemos gastar entre 50 y 100 litros de agua, cuando podríamos consumir mucho
menos si estamos conscientes de que nos estamos acabando el agua entre todos.
El gran proyecto soñado han sido las desalinizadoras, que
hasta la fecha no funcionan, pues son caras y limitadas en su producción. Convertir el agua de mar en potable no es una
opción rentable todavía.
Sólo por hoy, domingo 22 de abril del 2018, imaginemos que no podemos tomar un baño; que
no hay modo de lavar una fruta que vamos a consumir. Imaginemos que los inodoros dejan de
funcionar para siempre. Que no podemos lavar platos ni ropa. Que no podemos
trapear ni tener una planta en maceta.
Que tenemos que racionar el agua que ingerimos porque es cara y está
limitada. Que mueren las especies animales…
¿Es ese el mundo que queremos para nuestros hijos?
Imposible revertir todo el daño, pero podemos frenar la
espiral destructiva. Hoy más que nunca se impone “el poder de uno”.
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