domingo, 17 de junio de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Quién pudiera darnos de joven la seguridad de que finalmente la lucha en esta vida tiene sentido cuando se comparten los logros, cuando se tiene como incentivo no un éxito personal que nos envanezca, sino la dicha enorme de tener con quien celebrarlo, de saber que aquello dará satisfactores a alguien más que solo a nosotros mismos.
     Nada más triste que regocijarse a solas del éxito, o con gente extraña cuya admiración no llena el espacio de un cariño verdadero. Sentirnos tan suficientes, tan fatuos de nuestras capacidades hasta suponer que podemos prescindir del apoyo o afecto de los demás. 
     Vida estéril aquella que se vive en el egoísmo, sin buscar el equilibrio, sin dar espacio al amor, con tan solo la consigna de un éxito que alimente nuestra vanidad. Nunca el mejor manjar, aun en bandeja de plata sabrá mejor, que el más sencillo platillo en una mesa de dos  o más, en donde sintamos la compañía la gran satisfacción de proveer, de dar, de agradecer a la vida, esa gran oportunidad de tener a quien y con quien saborear nuestros logros, cualesquiera que éstos sean.
     Aprendizaje a veces tardío, el reconocer que nunca fue mejor nada de lo obtenido en la vida, que aquello que se hizo en aras del bienestar de un ser humano, mucho más cuando fuese un ser amado.
     No subas solo a la cima más alta, para cuando llegues, quizá no haya nadie que se entere y lo celebre y lo más triste, nadie esperándote a tu regreso.

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