Hoy comprendo que la única aportación que los humanos
hacemos a la vida, es a partir de nuestra propia verdad.
Una verdad
real, desnuda y temblorosa, que sabe dar la cara al mundo, con la mirada firme.
Es nuestra
propia vida expuesta sin ambages, dando razón de una sola cosa: Los humanos
estamos hechos de barro.
Llevamos –sin
embargo—un soplo divino que otorga sentido a todo lo que hacemos. Una esencia que no debemos perder, o habremos
extraviado el rumbo.
Las palabras
forman moradas donde llega a habitar el espíritu divino. De cada uno de nosotros depende hacer de las
palabras fina arena o maciza roca.
Cuando es la
verdad la que forma las palabras, serán nuestras casas voces que dejen
huella más allá del tiempo.
En el mundo
abundan oídos que escuchan y dedos que señalan.
No sea ello obstáculo para que tu verdad se manifieste y siga abriendo
caminos.
…Habrá que
hacerlo hoy, antes de que el tiempo nos alcance, y las intenciones se
conviertan en polvos infecundos, que en cualquier rato el viento dispersa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario