domingo, 30 de junio de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Si todos viéramos con la misma óptica las cosas, si coincidiéramos en todo, si profesáramos la misma religión, si tuviéramos una misma verdad, ¿habría en el mundo paz?

Es tan difícil la convivencia humana, son tantas las diferencias entre nosotros, nuestras verdades llegan a ser tan irreconciliables, que es difícil sustraernos de caer en provocaciones, de discutir, de denostar. Cada vez nos es más fácil insultar, cada vez más nos convertimos en enemigos acérrimos de quienes no comulgan con nuestra forma de pensar. 

Es ya fácil exteriorizar deseos de muerte a quien, sin dañarnos personalmente, consideramos un riesgo a nuestros intereses. Desear la muerte, ya es una declaratoria que se hace tan a la ligera, como ligera es la conciencia que tenemos del valor de la vida.

El lenguaje vulgar, ensucia los más diáfanos sentimientos.Proclamar justicia utilizando calificativos ofensivos es deporte que se practica cada vez más, no hay límites; hay que herir profundamente, a más grosería, sentimos mayor contundencia en nuestra opinión.

No creo que todos debamos ser iguales, tan solo en calidad humana. En el valor que representan nuestras vidas es donde debe radicar esa similitud, lo importante es saber dirimir nuestras diferencias, con respeto, con tolerancia, sin perder de vista que tenemos un solo mundo. Además tenemos la obligación de preservar en él la armonía, de encontrar los caminos que nos lleven a entender sin menospreciar a quienes no piensen, sientan, crean o vivan como  para nosotros es lo correcto.

Libertad con límites, nunca menos definido como en esa célebre y sabia frase del benemérito de las Américas:  "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz". 

Mientras en el alma anide el amor, la paz no será utopía, sino asequible realidad.

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