domingo, 20 de octubre de 2019

Reflexión sobre un texto de Nino Gallegos por MC Maqueo

Nino Gallegos, comerciante del primer cuadro de la recién azotada Culiacán, comparte una profunda reflexión, que me llega a través de una querida amiga: Alejandra Sada, legisladora por Nuevo León, a quien mucho admiro.  Se intitula "Conversando con Dios en Culiacán", inspirada en la obra homónima del motivador norteamericano Donald Walsch.
           El empresario culiche narra detalle a detalle los eventos de total generosidad, que emprendió la ciudadanía, frente a la tragedia que sorprendió a sus coterráneos en la vía pública.  Se borraron las fronteras entre lo tuyo y lo mío, se comportaron todos como hermanos.   El que pudo hacerlo, dio refugio a las desesperadas familias que buscaban ponerse a salvo de los balazos; aquel otro proveyó de alimento o hasta un lugar para dormir, a quien estaba lejos de casa.  En redes sociales hallé un comentario así de valioso como cierto: "Nadie fue a saquear los grandes establecimientos comerciales, que acogían en sus instalaciones a los ciudadanos".
          Lo ocurrido esta semana en la capital sinaloense, me llevó a recordar un capítulo vivido en esta frontera años atrás, cuando enfrentamos una situación similar. La ciudad quedó vuelta rehén de grupos delincuenciales que tomaron control de esta. En tales momentos de urgencia la prioridad, según lo experimentamos, es la vida y la integridad.  Todo lo demás pasa a ser secundario.   
          No queremos que algo así se repita en ningún punto de nuestro querido México.  Lo recién ocurrido puso en evidencia lo que resulta de una mala planeación, de una desarticulación entre las fuerzas del orden civil y militar. Por desgracia con pérdidas humanas y grave riesgo para las familias de los militares. Secuelas emocionales difíciles de superar para los habitantes de esa ciudad.  Amén de las pérdidas materiales en el patrimonio de civiles, algo que una buena estrategia, coordinada, habría evitado.   Sin embargo, hablando en términos médicos, es una resonancia magnética que da clara cuenta del potencial de una sociedad que, al momento en que se requiere, hace frente común a la adversidad.
          Ese es nuestro México: Grande por su patrimonio, por su historia, por el arte, desde la majestuosa trabajada en metal y piedra, hasta la que elaboran las manos del artesano de pequeñas comunidades.  Grande por su gastronomía, su música, su folclore… Por encima de todo lo ya dicho, y a pesar de cuanto busca lacerarlo, México es grande en el corazón precioso de su gente.


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