¿Qué es el tiempo, en realidad?
Para mí es como ese señor elegante y misterioso, entre ausente y justo, que vive y a la vez languidece con la gente, con la esencia humana.
Y es que es tan suave, tan etéreo, tan increíblemente discreto, límpido y transparente, que no se percibe su presencia. Porque es algo que va implícito en la piel y en los huesos de cada quien.
Desde que nace, el ser humano se integra al tiempo y él se injerta en todas sus células, volviéndose parte de la persona y de su vida. Y caminan juntos, sin rozarse, sin verse, pero sintiéndose; late con el corazón y se desangra con sus heridas; se escapa un poco con sus lágrimas pero regresa con cada amanecer.
Es una simbiosis muchas veces no entendida. ”Uno es el tiempo”, dicen. La vida corre, para cada quien, a su ritmo incesante y mágico.
Para mí, desde ese febrero de 2019, cuando murió mi madre, a diario mi tiempo se detiene un poco. Creo, eso sí, que es como morir unos instantes, porque a veces hay que detener la marcha para pensar y aceptar que no somos eternos ni invulnerables. Y cada mañana, desde entonces, abrazo a los segundos y a los minutos, con efusividad y con gran amor y respeto, como cuando se abraza a un querido amigo.
Porque el tiempo es como un gran señor que calladamente, brilla con su grandeza y su majestuosidad. En esos instantes de introspección recuerdo a mis muertos (mi padre y mi madre), a los muertos de familias cercanas, a los hijos muertos de gente que conozco y trato de asimilar el gran dolor y catapultarlo hacia una fase de paz y de gran entendimiento.
A veces, sí, hay lágrimas, a veces solo un esperanzador suspiro, a veces solo la tristeza y ese anhelo de que esto sea solo un sueño. He ahí la simplicidad y la maravilla… el quid, los entretelones de ese inquietante caballero llamado TIEMPO: nada está escrito y todo puede suceder; como un albur y en cualquier instante.
¿Qué es el tiempo para ti?
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