domingo, 9 de agosto de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Pocos contactos con el exterior tengo más allá de los limites de mi casa. Como nunca en mi vida, he aprendido a contar cada mosaico del piso de la cocina. Nunca antes me había percatado de revisar una y otra vez mi alacena, y comprobar con que rapidez se consume el café.

He aprendido la hora en que vuelan los colibríes en mi patio, y hasta sé esperarlos en el sitio acostumbrado todos los días a las seis.

Sé los trayectos que recorren, y cuántos vienen, me encanta disfrutar su vuelo peculiar y como nunca he visto transformarse mis mosaelas en flor, languidecer y recuperarse al ser regadas.

Alcanzo a ver a través de mi barda la puesta de sol, descubro ahora que su resplandor cambia la luz que pasa a través del cristal de mis ventanas.

Resulta toda una experiencia ir al supermercado, yo que odiaba hacerlo, ahora camino en sus andenes y a distancia saludo a alguien conocido, que como yo ha aprendido a a sonreír con la mirada, o quizá es que hayamos advertido en los ojos el reflejo de ésta. Quedarse frenada en la intención de estrechar la mano, de dar un beso en la mejilla, y aprender a dar énfasis a nuestra expresión corporal para hacer llegar a las personas nuestro afecto y el gusto de un encuentro.

Desinfectar es la acción más importante de esta temporada, desinfectamos todo, menos lo que quizá requiere una higiene más profunda. Se nos olvida desinfectar el espíritu, la conciencia, liberarnos de esos gérmenes que  amenazan con destruirnos aún cuando libremos las consecuencias de un patético virus que acecha. Mantener el equilibrio interno, sin gérmenes dañinos que nos impidan mantener la calma, que nos maten la fe, que nos hagan perder la esperanza.

Necesitamos amor, solidaridad, confianza en la humanidad, respeto y cordialidad; rociar a diario el alma con ellos, dejar en la conciencia a permanencia para que no sea asiento de elementos tóxicos que nos degraden como seres humanos.

Habrá que regresar a nuestras vidas, sin que haya certidumbre de que tanto tiempo tomará el recuperarlas, espero que renovados y no tan solo a repetir esquemas de vida perjudiciales y vanos, con la resaca a cuestas de las pérdidas, con duelos y dolores de lo vivido.

Sin desinfectar el alma y la conciencia, de nada valdrá que el cuerpo se libere de gérmenes dañinos. La enfermedad espiritual nos ira minando la calidad humana, y no habrá valido la pena lograr sobrellevar esta experiencia tan solo para ser sobrevivientes insensibles, que no encontraron significado en el dolor, que no aprendieron la lección que esta pandemia nos está dando, en curso intensivo y prolongado.

Que seamos capaces de sublimar el dolor, transformándolo en creatividad para hacer de este mundo, un mundo mejor.

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