domingo, 25 de abril de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¿En qué momento hemos cambiado patrones de conducta creyendo con ello estábamos evolucionando?
Fuimos dejando de creer que había que rendirle culto a dioses de la naturaleza, y con ello además dejamos de respetarla, haciéndola tan solo víctima de nuestra insaciable ambición.

Hemos sido despiadados, y tan salvajes como aquéllos a quienes se etiquetó de serlo por practicar ritos donde se sacrificaban vidas humanas; con tal saña hemos llegado a horadar las entrañas de la tierra hasta sangrarla, que ni siquiera nos hemos percatado que no tan solo a Gaia le hemos infligido daño, sino que con ello hemos llevado a la muerte a tantos humanos, que no hay estadística que precise la magnitud de esta masacre. 

Hemos convertido nuestras oraciones en tan solo una continua solicitud de beneficios, con la mirada puesta en un cielo al que anhelamos llegar, sin detenernos a ver que Dios está en todo y en todos lo que nos rodean, desde una abeja, hasta nuestro prójimo, y que debemos agradecer no con palabra, sino con actitud, tan prodigioso regalo que se nos dio sin siquiera valorar lo merecíamos o no.

¿En qué momento la maternidad se tornó en tan solo una responsabilidad que impide a la mujer el progreso, que implica renunciar a lo que ahora significa mayor logro que ser madre, el "triunfo profesional". ¿Desde cuándo fue que para una pareja es mejor criar perros o gatos, que a un bebé, porque ya no se quiere asumir responsabilidades que impliquen restricción en tiempo para desarrollo profesional y para satisfacer necesidades personales de toda indole? ¿Cuándo se insistió tanto en quererse a sí mismo, al extremo que querer a otros y preocuparse por otros, incluyendo en "otros" a los propios hijos, se convirtió en pesada carga, que cada vez menos deseamos lidiar?

¿Cómo nos convencieron que dedicar nuestro tiempo sin límites al trabajo en aras de lo que se llama superación y obtención de un mejor nivel económico, era más válido, que dedicar tiempo a convivir con la familia y a imprimir en nuestros hijos amor por la vida, por la humanidad, por la naturaleza; a encaminar esfuerzos para proteger a nuestro hábitat en vez de tan solo convertirnos en constantes depredadores y consumistas, en una sociedad que tan solo ve en el desarrollo la búsqueda de satisfactores materiales, anárquica y despiadadamente, sin devolver ni acaso un poco a la generosa y lastimosamente perecedera madre naturaleza.

¿A quién podemos reclamar esta mala percepción de la palabra "evolución", que nos ha cambiado el sentido que debía significar ser feliz?  ¿A cuántos estaremos dejando tan solo el recuerdo de lo que un día fue este mundo y de lo que podríamos haber hecho de él.

Sabiduría en el sublime saludo maya que debía prevalecer hasta nuestros días: Inlak'ech y la respuesta: Hala ken, que significa :"yo soy otro tú" y "tú eres otro yo".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario