Sentirnos aniquilados, defraudados, ansiar nuestra muerte, borrarnos del mapa y desaparecer. Odiar, maldecir, llorar y desear no amanezca al día siguiente. Voltear al pasado que apenas fue ayer y sentir que fuimos exiliados de nuestra propia vida y colocados en un infierno dantesco. Cruzar la línea tomó segundos, y regresar no será posible, cargados ya de resentimientos, perdida la confianza, lastimado el corazón, resulta impensable encontrar el camino del perdón.
Palabras van, palabras vienen; no bastan las señales de arrepentimiento de aquel que abruptamente se nos muestra imperfecto, capaz de errar. En el cual aflora esa parte obscura que no alcanzamos nunca siquiera a sospechar.
Lo que mas duele es quizá sentir que el amor se aferra y que pelea cuerpo a cuerpo con el odio haciéndonos víctimas de esta lucha, sintiendo que en el corazón no hay cabida para dos sentimientos tan contrarios.
Para ti que te encuentras hoy abatida, dolida, infeliz, déjame repetir una frase que alguna vez alguien dijo y que no porque suene simple deja de ser verdad: Todo pasa, y esto también va a pasar
Amamos a seres humanos, y los humanos no somos infalibles. Solo el tiempo nos permitirá saber quien vence en esta lucha de sentimientos; nos dará la clave para abrir la puerta del perdón o el candado para cerrar definitivamente un capítulo de amor. Dale tiempo al corazón.
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