domingo, 11 de noviembre de 2012

A RAJATABLA por Jorge Villegas

*Nota introductoria: Es la primera vez que sustituyo "Cosas nuestras" de Don Jorge Villegas por su otra columna diaria intitulada "A Rajatabla". Lo hago en razón del tema que aborda en esta ocasión. Don Jorge, una disculpa, pues para publicar esta columna no le pedí permiso, pero sé que sabrá entender mis motivos.
Don Jorge Villegas captado en la ciudad de Monterrey el pasado 20 de septiembre durante un convivio que le ofrecieron varios amigos con motivo de su cumpleaños.

DE SU COLUMNA A RAJATABLA: La pena de muerte
Hay un consenso ciudadano de que la pena de muerte es excesiva, con elevado margen de error, irreversible y sin gran valor para frenar a los delincuentes.
Por eso se eliminó la pena capital de los códigos mexicanos, inclusive para los delitos más graves que se contemplaban como excepción, como era el asalto en despoblado.
Pero llegaron los tiempos de la extrema violencia, del crimen organizado y sicarios que "cocinan" a sus víctimas en tambos y por cientos.
Cuando aparecen los delincuentes detenidos, vestidos con su chaleco anaranjado, la reacción del ciudadano no es de alivio, sino de rabia contenida.
Porque sabe que ése no es necesariamente el fin del delincuente.  Aún se puede salvar gracias a una investigación policíaca mal hecha, un fiscal venal, un juez amedrentado.
Si llega al penal, hay el riesgo de que escape en una fuga masiva con auxilio de sus propios vigilantes.
Y ya en el extremo, sabe que los que se queden a purgar su condena tras las rejas, quizá tomen el control del reclusorio, medren con el tráfico de droga y la extorsión a sus compañeros de celdas.
Si se quedan, además, hay que alojarlos y alimentarlos, curarlos y custodiarlos por 20 o 30 años.
Los especialistas dicen, en fin, que hay delincuentes que son sicópatas, incapaces de rehabilitación.  Si vuelven a la calle, volverán a asesinar.
Motivos todos para reconsiderar nuestra oposición a la pena de muerte.


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